miércoles, 4 de marzo de 2020

Perdonar al espejo

HARÉ LO QUE SEA para cambiar de máscara a mitad de caballo y no entrar en la línea de meta donde reinan los mercados del hombre. ¿Veis esa peonza de niño? Así soy yo, con mucho alcohol y mucha curva y mucho trueno en los cordones desatados. Si pudiera correr más torcido, si pudiera soñar más antiguo, si en los tétanos de mi cuerpo hubiera una tecla para deshacerme… Mi yo siempre es el deseo de otro yo a punto de corromperse: si quieres dispararme solo matarás a un yo hace tiempo abandonado. En los hombres que fui no me encuentro; en los hombres que soy no confío; en los hombres que seré voy ensayando una gran carcajada: ¡Jamás reconoceré la autoría de los textos que se escribieron con un nombre que ya no es mi nombre, jamás aceptaré a las células que insisten en un cuerpo que ya no es el mío, jamás perdonaré al espejo que me devuelva una imagen que no me mueva que no me estire que no me despedace!

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