lunes, 23 de marzo de 2020

Cuerpa vegetal y duende

El otro día Rafael me dijo que yo pensaba en las plantas y los árboles como seres. Se acordó que él lo pensaba hace unos años cuando no quería cmer nada que viniera de semillas. Me dijo que ya se le había pasado y a mí, no. "Es que vos sos como un duende, má".


El calificativo de "duende" es doble piropo para mí: por el ser mágico que habita las forestas y desordena las casas, chistoso. Y por el "duende" a la García Lorca como sinónimo de "gracia" o "salero" u "originalidad".


Hace un rato, tirada en la hamaca paraguaya, allá en mi fondo verde, empecé (en el revés de la tapa de Cómo desaparecer completamente, de Marina Enriquez) un cuento que busca dar voz a la cuerpa vegetal y mágica, dar discurso (no sé todavía de qué clase de hibridez) a la nostalgia de la sangre por la savia, de la piel (la piel que habito) por la clorofila que veo, envidiosa, circular por las cuerpas que me rodean. Quizás pueda rebrotar y no reprocharle mis límites al palabrerío humano.

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