viernes, 24 de enero de 2020

Se ve que el mandato que más me jodió la vida fue el de ser buena

Leo este poema:


Soy la pared en el filo del agua… (Judy Grahn)

Soy la pared en el filo del agua

Soy la roca que se niega a ser golpeada

Soy la maricona en la materia, la otra

Soy la pared que se balancea femenina

Soy el dragón, soy la daga dañiña

Soy la machona y el machete



y fui muchas veces una abuela malvada



y seré muchas veces una hija malvada.





Y no puedo evitar caerme de culo ante la capacidad de enunciar la propia maldad, asumir una identidad "no buena", no bondadosa, sobre tod en los roles de hija y abuela. Se me vienen a la cabeza miles de imágenes que corroboran que yo sí soy y fui buena, que no tengo ninguna culpa, que, sobre todo como hija, he cargado castigos que no me merecía, que debo ser perdonada por alguna entidad superior porque "es tan buenita".
Invento una etiqueta nueva en esta bloga: "era rubia y sus ojos celestes" porque es la síntesis del mandato de ubicación y respuesta física a lo que se espera de una: la pulpera debía estar ahí, disponible, iluminando, siendo buena, cumpliendo con sus cualidades de nacimiento. (Si se la llevaron fue contra su voluntad o, en realidad, se murió: de buena, no más).

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