martes, 27 de agosto de 2019

Biyina Klappenbach

ARTE Y CULTURA

La increíble historia de la bisnieta de Mitre, pionera de la performance

Celina Chatruc

Ella abre las piernas y mira hacia arriba mientras levanta un brazo, en gesto dramático. O ensaya pasos de baile, vestida de blanco, ante la cámara de Anatole Saderman. La década de 1940 está por comenzar en Buenos Aires y el fotógrafo ruso, que integraría años más tarde la mítica Carpeta de los Diez, forma con Biyina Klappenbach un poderoso dúo creativo, que produce y registra escenas performáticas como lo harían cuarenta años más tarde Liliana Maresca y Marcos López.


El resultado es similar a las fotografías de la bailarina rumana Lizica Codreanu que había sido retratada por Constantin Brancusi en su estudio de París, a comienzos de 1920, con trajes diseñados por el artista para un ballet de Erik Satie. Imágenes que inspirarían casi un siglo después la serie Terpsícore entreguerras de Flavia Da Rin, exhibida hasta fines de septiembre en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires: se trata de un homenaje a bailarinas vanguardistas que revolucionaron el lenguaje del cuerpo y sentaron las bases del arte contemporáneo a principios del siglo XX.
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Por ese entonces nacía Biyina (1904-1993), en Buenos Aires. Bisnieta del general Bartolomé Mitre, formada en Europa, se convertiría en una artista multidisciplinaria "precursora en la Argentina de lo que luego se llamaría performance". Así lo considera ahora la galerista Nora Fisch, que presentará aquellas fotografías tomadas por Saderman esta semana en Villa Crespo y luego en BAphoto , del 6 al 8 de septiembre.


Avance rápido se titula la muestra que "pone en diálogo dos gestos de recuperación", al incluir también una obra de Osías Yanov que permaneció desarmada desde 2012, cuando marcó un hito en la producción del joven performer. Dinámica de encaje, según Fisch, "no sólo inauguró una nueva etapa para el artista, sino fue una de las primeras señales del posterior auge de la performance que se estableció en la Argentina en años recientes, con la creación de la Bienal de Performance y la multiplicación de experiencias performáticas en museos y galerías".

Un hito similar marcaron para Biyina las sesiones con Saderman, registradas en 22 fotografías originales y 62 contactos sin sus negativos hallados hace tres meses por Alfredo Srur en la casa de un coleccionista.

"Son imágenes únicas, extraordinarias. No se hicieron en un solo día y transmiten una especie de enamoramiento fotográfico", dijo a LA NACION este joven director del Centro de Investigación Fotográfico Histórico Argentino (CIFHA). De inmediato convocó a la historiadora Paula Bertúa para indagar más sobre el legado de esta escenógrafa, pintora, bailarina y coreógrafa, que trabajó con el escritor y dramaturgo Ulises Petit de Murat y expuso en varias galerías de arte.


"Los dos ensayaron una suerte de performance de autoría compartida -escribe Bertúa-. En esa dinámica de intercambios y complicidad entre gestos (de los cuerpos, de los dispositivos), la cámara de Anatole se abrió al juego de poses, expresiones y movimientos de Biyina. Por su parte, ella ejecutó un despliegue formal y expresivo que ofrece las claves que entramaron buena parte de la producción de la danza escénica de nuestro país en el siglo pasado: las relacionadas con las representaciones de lo femenino, el cuerpo y el carácter constructivo del lenguaje coreográfico."

No es mucho más lo que se sabe de ella, sin embargo, pese a que según Bertúa "fue una presencia distinguida en los círculos de alta sociedad y compartió sus experiencias mundanas sobre el buen vivir y consumos culturales en las páginas de LA NACION".

"Son imágenes únicas, extraordinarias. No se hicieron en un solo día y transmiten una especie de enamoramiento fotográfico", dice Alfredo Srur (detalle) "Son imágenes únicas, extraordinarias. No se hicieron en un solo día y transmiten una especie de enamoramiento fotográfico", dice Alfredo Srur (detalle) Crédito: Gentileza Nora Fisch
En el archivo del diario fundado por su bisabuelo no se conserva más registro sobre ella que la necrológica publicada en 1975 tras la muerte de su madre, Delfina Caprile, última nieta de Mitre. "Con la muestra no se termina la investigación, sino que recién comienza", advierte Srur al referirse a este vacío de información respecto de Biyina, que según él no se casó ni tuvo hijos.

El material difundido por la galería afirma que " Xul Solar era muy lector de las columnas de Biyina", formada en Europa con André Lothe (pintura) y Marie Kummer (movimiento), y que "podría ser considerada la primera artista de performance de la Argentina por haber diseñado de forma integral la coreografía, música, vestuario y escenografía" de obras unipersonales.


Incluso se asegura que ella fue la autora de la obra que compuso para una de las primeras presentaciones en sociedad de Amalita Lacroze en 1939 (años antes de su segundo matrimonio con el empresario Alfredo Fortabat) en el Hotel Alvear.

"Es un ejemplo vivo de la unidad de las artes", escribió José León Pagano en El arte de los argentinos (1940). Allí la presenta como "una figura de excepción en nuestro medio". "Biyina Klappenbach -ella sola- es todo el espectáculo -sostiene Pagano-. Desde la selección de la música a la ideación de las maquetas escenográficas, al dibujo de figurines, a la distribución de tonos, todo es obra suya; y luego su intervención, como centro único del espectáculo mismo."

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