Siento tanto odio por tantas situaciones, tantos encierros, tantas agachadas, tantas traiciones, tantos olvidos y cobardías de gente en la que confié plenamente, que podría compararme con el genio de la lámpara que esperaba que alguien lo libere: los primeros 100 años prometía cumplir a su salvador todos los deseos, los segundos 100 años seguía aumentando las bondades para quien lo liberara, pero pasados 500 años juró que mataría al idiota que destapara la lámpara y diera rienda suelta a su rencor acumulado.
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