domingo, 2 de diciembre de 2018

Potestad

Me agarró de sorpresa prendiendo la tele en CineAr. Veo la presentación, sabía que era sobre una obra de Tato Pavlovsky y me entero de que él representa al personaje principal. Hace años había escuchado muy buenos comentarios sobre el enfoque pero algo en esa introducción modelo 2018 me hizo olvidar la primavera alfonsinista, la literatura de denuncia, la potencia de los años posdictadura. Así que la identidad del protagonista permaneció desconocida para mí hasta media película y me dejé llevar por esas lagunas en su memoria, hipoteticé sobre un hijo perdido en Malvinas, luego una hija muerta. Así que cuando entendí (luego de ni siquiera sospechar cuando los jóvenes le gritan "viejo HDP" en el subte), el golpe fue contundente y genial. Solamente mi cuelgue de tejedora nocturnizada y el marco anacrónico de la presentación (si hubiera sido Netflix le hubiera echado la culpa a los resúmenes pedorros) pudieron devolverme la inocencia de ver semejante pelis sometida completamente al personaje y su punto de vista. Muy muy genial cómo logra reconstruir los discursos de la época y mostrarnos el dolor, la maldad y la convicción asesina en una misma escena. Y claro, Luis Machín no podía hacer de bueno con esa cara de forro que le sale tan bien.

Googleo y mirá el resumen que aparece:
Sinópsis:
Un médico de 60 años trata de reconstruir un hecho traumático que cambió su vida, mientras hace un viaje en el subterráneo: la pérdida de su hija de diez años.

Algo de esto vi yo antes de la peli o el que presentaba lo dijo y no la había visto. "Pérdida" acá es más que un eufemismo, es una hijadeyutez disfrazada de no querer espoilear.

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