martes, 23 de octubre de 2018
De azul al estrellato
Me despierto hoy en Azul con sonido de alarma de mierda a las 7.30. Hubiera destrozado el mundo como Godzila, ni siquiera con motivos como Carrie o con un objetivo reproductivo como alíen. Solamente pisar todo lo que se mueva con patas verdes de reptil asqueroso.
El micro salía de la terminal de azul a las nueve. Logramos llegar veinte minutos antes sin destrozar avenidas y sonriendole a la hermosa ciudad cervantina que nos alberga todos los años. El viaje fue bueno y puntual pero yo tenia resaca de salame, croquetas fritas, salsa mixta y vino de la casa, los calzones secándoseme debajo del pantalón porque los lavé y me los volví a poner, bajé tres veces a hacer pis en ese espacio apestoso que llaman baño de micro y tenía que llegar entre 13 y 15 al ensayo de canto.
El micro llegó a Liniers a la una. Se nos perdió rivadavia y con ella la estación del sarmiento. El bolso de Silvana rechazaba ser arrastrado con sus ruedas rotas por las veredas llovidas y mi valija rígida violeta me recordaba que fue comprada para ir a España.
Tren de Liniers a Morón y ahí tenia que decidir camino para llegar al ensayo o a mi casa a enconcharme. Le pongo crédito al celu y me entran mensajes de mi Profe divina que me espera con los músicos. Decido tomarme el 303 lleno que está ahí en la salida. Una chica divina me da el asiento: por vieja, por valijuda y cara de loca que va a vomitar cadáveres verdes. Media hora de bondi y bajo en la esquina desde donde puedo elegir tomar Remis o el 371. Camino una cuadra y veo que viene el bondi y que si dobla lo pierdo. Hago señas desesperadas, me para en medio de la curva, subo Re agradecida y el chofer es un ex alumno mío. Le digo que ni sube tengo y le doy un beso y soy tan escandalosa que hago feliz a medio colectivo. Bajo. Camino cuatro cuadras y canto "blues posnuclear" con esta gente hermosa que me ayuda a entrar a tiempo después del solo y me dice que va a salir genial.
Cuánto salgo del ensayo ya no me importa cómo llegar a mi casa todavía con equipaje y ridícula vestimenta entre ojotas con brillo de Barcelona y campera de cuero. Total el clima está más loco que yo. Camino. Cargo la sube. Se me va el bondi que tenía que dejarme a una cuadra de casa. Espero el siguiente y es el mismo chofercito ex alumno que me repite su "cómo te va Profe" y me lleva a territorio amigo barrial.
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