domingo, 23 de septiembre de 2018

Para enamorarse bien hay que venir a Catalunya

Hoy me enamoré como cinco veces: de la vieja de la panadería de la esquina que me vendió torta de manzana, rosquillas con y sin chocolate y minimedialunas que acá son croissants, de la súper vieja del piso de arriba que me encontré en nuestro portal y ayudé a subir al ascensor con su bastón aunque seguro que siempre lo hace sin mí, de la mulata en topless que leía en catalán en la plata y tenía en la cintura una cicatriz extraña, de la chica también en topless que se puso el corpiño para entrar al mar pero no se animó porque la ola traía una paloma muerta, de la mamá y el bebé que llegaron y se fueron de la playa en una mochilita a ka espalda que ella se ponía sola y dentro de la cual él se metía y estuvieron toda la tarde sonriéndose y enseñándome a balbucear en francés.

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