domingo, 22 de abril de 2018

Puerco espín

La misma cosa a veces me deprime mucho y a veces me pone muy orgullosa de mí misma: Soy difícil como amiga y mucho más difícil como amante o pareja o hija o madre o compañera de trabajo o lo que sea. Suelo consolarme con cosas como "Digo lo que nadie quiere escuchar", "Quien me ve cinco minutos sabe que conmigo es al pan pan y al vino vino", "La felicidad se paga con soledad" o "Romper las estructuras es doloroso y andar dando testimonio alegre mucho más."
Pero son clichés que me repito para sobrevivir, para que duela menos la sensación de que soy una soberbia y de que mis problemas son de comunicación y de empatía.

Mi poeta lectora de carta natal me comparó con Frida Kahlo y una pelotuda que tuve de amiga también lo hizo pero cuando me quebré una pata. En ambos caso desestimé la comparación por exagerada. Quizás me deba hacer cargo (tales fueron las palabras de mi carta natal) "del lugar de centralidad al que estoy destinada" y dejar de tratar de huir por la tangente o de creer que algún día voy a "adaptarme" en vez de ser aceptada como soy. Debo dejar de decir que no hay nadie que sobreviva a sobredosis de salmoiraghi. Tengo que confiar en mi amor.


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