miércoles, 7 de febrero de 2018

Me pidieron otra vez que hablara de heroínas

El no-camino de la heroína en Mujer de cierto orden de Juana Bignozzi 



Paula Irupé Salmoiraghi
Universidad de Buenos Aires
paula_irupe@yahoo.es


Resumen: Si tradicionalmente se define al héroe por sus marcas de origen, por sus poderes extraordinarios y por su posibilidad de realizar un camino lineal que lo lleva a abandonar su hogar para llegar a lo desconocido, conquistarlo, conseguir el objeto mágico o derrotar al monstruo y volver victorioso, podemos pensar en otro tipo de heroísmo, un heroísmo que yo llamaría “quieto” y “concéntrico”, un heroísmo femenino cuya protagonista es alguien que no se va a ningún lado, cuyo recorrido consiste en ampliar su territorio y en conquistar sabiduría. No fue idea mía la de buscar en la construcción del yo lírico que realiza Juana Bignozzi en Mujer de cierto orden los rasgos de esta heroína. Dice Diana Bellesi en el prólogo a la reedición de 1990: “El personaje constituido por esta primera persona del singular, no es una heroína ni deja de serlo, porque habla, apasionadamente, desde un lugar sin importancia, de las cosas caras de la vida.” Intento demostrar que sí es una heroína y que sus dotes son el don de la palabra, por supuesto, el poder de la narración, la memoria, la ternura y la capacidad de comunión con lo que la rodea.


Palabras clave: Heroína - Recorrido - Circularidad - Permanencia.


Hace ya unos cuantos años hablando de no sé qué, con no sé quién, no me acuerdo dónde, descubrí que había algo que me fascinaba y me fastidiaba a la vez en el personaje de Ulises u Odiseo y en su heroica odisea. Siempre me habían gustado los héroes (en la literatura y en la vida) pero había algo molesto en eso de que se fueran a ser heroicos y volvieran a casarse y ser reconocidos y llenados de premios.

Estaba Penélope, claro. Qué temita. La mujer se había pasado veinte años tejiendo y esperando, esperando y destejiendo y al regreso del marido estaba intacta (física y emocionalmente), sin una arruga, sin un reproche, sin rencor ninguno, sin nada que contar de sí misma en esos veinte años más que el fastidio de los pretendientes. Ante la imagen de Penélope (hasta le escribí un poema) tuve la primera iluminación alrededor de mi tema de hoy: alguien se estaba olvidando de contar algo, había sólo hiatos allí donde Ulises estaba lleno de sirenas y Circes y cíclopes y ella sólo tejer y destejer.

El héroe como arquetipo y su camino cuentan con amplia bibliografía y variados análisis pero esa matriz heroica estudiada cubría sólo cierta forma de heroísmo y dejaba sin estudiar otras. Todos partimos de la idea de que el héroe, el personaje que cada cultura considera heroico y cuyas hazañas, en consecuencia, conserva y transmite de generación en generación, siempre ha representado aquellas cualidades que ese grupo social considera valiosas. Es héroe porque tiene esas características que todos aplauden, pero también porque es diferente a los demás, porque su singularidad se recorta sobre el común de los seres humanos, porque se destaca, porque vale la pena contar algo sobre él.

Pero hay virtudes (a veces tomadas como defectos en las mujeres) que no suelen adquirir carga de heroísmo (vaya una a saber por qué), pero que son valiosas, que todos reconocemos como valiosas y que yo, de paso, querría reconocer como femeninas.

La primera de ellas es: LA CURIOSIDAD. ¿No dice todo el mundo que es el motor del conocimiento, que sin ella nada podría ser descubierto ni ninguna ciencia avanzar? ¿No dice todo el mundo que era ese el "defecto" de Eva y de la protagonista de Barba Azul? ¿No se nos acusa de chismosas cuando sólo queremos conocer a quiénes nos rodean, a quienes viven tras la medianera?

También EL DESEO DE CONSERVAR y de allí sus derivadas: LA MATERNIDAD que conserva la especie, y LA MEMORIA y con ella LA PALABRA y LA NARRACIÓN, las condiciones que permiten conservar lo que es valioso, que guardan tradiciones y recuerdos, que mantienen viva una identidad. ¿Por qué son menos heroicas que la fuerza y el arrojo? ¿Y LA SOLIDARIDAD, la unión con otros y otras, el trabajo en equipo? Siempre se nos acusa de juntarnos para cuchichear, de ir al baño de a dos, ¿no se ve en eso una virtud que nos hace propensas a la fraternidad, a la ronda, a la alegre manada en vez de jugar al lobo estepario? ¿No es una virtud también la ALEGRÍA, el poder del CANTO, el poder de hacerse ver allí donde no hay grandilocuencia ni fanfarrias sino perseverancia y convicción de que girando sobre lo deseado se logra reconocimiento y afirmación de los objetivos? ¿O el PODER DE SANAR, de levantarse de las caídas, de lamerse las heridas hasta cicatrizar o de sanar las heridas ajenas a fuerza de PACIENCIA y de TERNURA?

Digamos entonces que el famoso "camino del héroe" según Joseph Campbell (1972: 43 y sig), conduce al protagonista cuyas cualidades son la fuerza, la destreza, la inteligencia o astucia, la valentía, el poder de sacrificio y de lucha, en algunos casos la belleza, la nobleza de origen y el poder de manejar armas, espadas u objetos mágicos, a través de un recorrido cuyos núcleos pueden resumirse en la tríada: Separación - Iniciación - Retorno.

Para este estudioso de los mitos los doce estadios del viaje del héroe son:
1. Mundo ordinario 2. El llamado de la aventura 3. Reticencia del héroe o rechazo del llamado 4. Encuentro con el mentor o ayuda sobrenatural 5. Cruce del primer umbral 6. Pruebas, aliados y enemigos 7. Acercamiento 8. Prueba difícil o traumática 9. Recompensa 10. El camino de vuelta 11. Resurrección del héroe 12. Regreso con el elíxir.

 La diferencia que yo veo entre esto con lo que podría llamarse "el camino de la heroína" es que el de la heroína NO es un camino. El del héroe es un recorrido lineal y hacia adelante, con salida de un punto y retorno a ese punto, modificado sí pero retorno al fin. En la heroína, el modo de ser heroica es otro. Porque la heroína NO se va a ningún lado sino que, en vez de avanzar en línea recta, amplía su universo en círculos concéntricos (¿o elipsis desfasadas?), va abarcando cada vez más terreno, extendiendo vegetalmente sus brazos para conocer, tocar, modificar, vivir zonas más amplias del mundo, de los otros y de sí misma. La heroína es siempre fiel a lo que ha elegido como SU lugar: no deja la casa, la familia, los amigos, la rejilla ni el plumero, no deja la poesía ni la aventura ni el mundo: los integra, los "desparrama" unos en los otros, los reconcilia, los entrelaza, los entreteje, festeja la festiva unión de tooooodo lo que le es posible abarcar. La heroína gira en un mundo propio alrededor del cual la sabiduría, la paciencia, la ternura, el pequeño gesto, la hacen conquistar lugares centrados en el núcleo vital.

La heroína no deja de ser algo para pasar a un nivel superior, suma algo más a lo que ya es, pero eso que era inicialmente sigue estando allí, sigue siendo niña la mujer, y confusa y desorientada la que ha comprendido y se ha orientado, indecisa la que ya ha elegido, y deseosa de más la que ya ha encontrado. Pero no es mi idea enfrentar opuestos sino revalidar olvidadas, digo: virtudes olvidadas, virtudes que todas las personas tenemos pero que no sostenemos como heroicas. Dudé sobre el modo de nombrar esta forma de heroísmo, este no-camino y cómo relacionarlo con lo femenino o con las mujeres. Como no supe cómo resolverlo decidí que no estaba mal llamarlo "no-camino" porque es un "no-irse", es un permanecer, una insistencia, un logro quieto o con espacio circular, y "de la heroína" porque, a falta de mejor nombre, a nadie podía molestarle una generalización en femenino cuando hay tantas en masculino que consideramos naturales y aceptables.

Diana Bellesi, en las primeras páginas de la edición de Tierra Firme de Mujer de cierto orden (1990: 4) , habla de heroísmo y con sus palabras introductorias me di permiso para presentar este libro de Juana Bignozzi como ejemplo de este recorrido circular heroico: "El personaje constituido por esta primera persona del singular, no es una heroína ni deja de serlo, porque habla, apasionadamente, desde un lugar sin importancia, de las cosas caras de la vida." Claro: no es una heroína según el modelo tradicional de héroe pero Bellesi sabe que por no responder a ese artefacto "no deja de serlo". Y tenemos ya presente la palabra, el "hablar", el elegir como tema las cosas "caras de la vida", las valiosas, las cotidianas luminosas, las de todos los maravillosos días. Y el "lugar sin importancia" en vez del lugar magnificado por el heroísmo clásico, un lugar común a todas las personas.

Bellesi termina su prólogo diciendo: "Pasa el tiempo y aún se puede, creerla, a Juana Bignozzi, desamparada y fuerte, diciéndole a quien la lee, un plus de sentido cada vez, un poco más, más allá de lo que ella misma tal vez, quiso decir." Y anotamos la permanencia, el perdurar en el lugar, el insistir, el estar ahí para seguir diciendo, para agregar sentido, para sumar un círculo más al no-camino, un espacio más al espacio compartido, "desamparada y fuerte", fuerte en su desamparo y desamparada en su fuerza, heroica. "Y al hacerlo, esa mujer intensa no cesa de mencionar el mundo, y repitiendo sus penitencias al infinito, presa de su pequeña historia, logra inscribirse en la historia de todos, jamás contada. Y le creo. Y sé que habla también de mí.", dice la prologuista dándole a la poeta más atributos heroicos: la intensidad, la individualidad representativa del conjunto y, lo que más me interesa, el hecho de que la historia (pequeña y de todos) jamás ha sido contada y es Juana quien se pone a contarla porque hace falta.

El poema que abre Mujer de cierto orden, titulado "sprit o sentido del humor, como gusten", me parece definitorio, paso inicial de la construcción de esta voz que se nos hace heroica:

Hace unos días he decidido luchar
Y la sola idea de la lucha
Me ha producido un cansancio tan infinito
Que hasta mis mejores amigos guardan una cierta distancia respetuosa.
Además como he pasado al lado de los ríos más famosos del mundo
Y no me suicidé en ninguno
Mi falta de amor por la humanidad está suficientemente desmostrada.
Como siempre hablo de los demás pero digo yo,
Todos pueden dormir serenos
Pensando que estas locas historias sólo pueden ser mías,
Que ya sabemos qué clase de persona soy.
Mis mejores amigos sufren en distintas partes del mundo
Y yo escribo cartas graciosas
Sentada en medio del desierto bajo el sol de enero,
Mientras mis vidas muertas insisten en volver.
Algunos de mis mejores amigos no se engañan
Y me ofrecen tardes plácidas, retiran los objetos molestos,
Hacen lugar a mi ruido.
Como soy infinitamente perezosa
Creo que nunca intentaré luchar,
Por eso nadie me saluda, otros dicen pobrecita,
Y mis mejores amigos se burlan despiadadamente de los ingenuos
Y no me hacen caso.


La yo lírico ha decidido luchar pero no con valentía, no con arrojo y coraje, no viajando hacia lo desconocido sino con cansancio y con pereza, quedándose "sentada bajo el sol de enero". Nombra el "amor a la humanidad" pero afirma que no lo tiene por no haberse suicidado en ningún río importante, por no haber caído en el sacrificio ni en la autoinmolación y la ironía nos muestra esta nueva forma de heroísmo: se puede amar a la humanidad sin pagarlo con la vida, sin elegir vida o muerte sino sumando vida, sumando "vidas muertas", se puede hablar de los demás y decir yo para que todos se queden tranquilos, para que los demás no teman ser representados por esa heroína que no muere, que no se va a ningún lado y que viven por todos esas "locas historias".

En los poemas que siguen encontramos versos que podemos anotar como definición de heroínas: "gente con veleidades que no creemos en los pecados/ del precio la venta o la entrega", gente que se ofrece "tranquilamente / para que nos claven en el cuerpo flechas de colores primarios", "nosotros, seres amables e inofensivos", que escriben "una poesía para ser un animal herido entre la gente", "una mujer que toca la vida que duerme", que marca la diferencia con "los que juegan a cosas importantes", "mujeres de cierto orden con ciertas ideas precisas con ninguna idea", "gente con oficios que no sirven para triunfar", la heroína quieta que ha "decidido quedarme indefinidamente" en contra de "los pobrecitos que aconsejan viajes".

Otros versos que muestran qué es el heroísmo o qué es heroico: "alguna entrega desmedida", "mi alegría (es) digna de verse", o se preguntan por su propio destino y el de uno de sus "poderes", la ternura: "¿Qué vas a hacer juana / con la juventud que te queda, / con las historias inverosímiles / los amigos en solfa, / los amigos en serio / y toda esta ternura / que quién sabe adónde irá a parar?"

Versos que describen espacios centrados, circulares, redondeados alrededor de lo cotidiano, de la vida y de la muerte comunes a todos: "un jardín inmenso donde los muertos se levantan para saludarme", "rodeada de gente que espera cosas de la vida", donde las heroínas "caminan solas entre los olores, las luces de las ventanas", donde una puede señalar "con el dedo los dibujitos en la pared / la planta que en mi casa da flores de un día", donde una puede comunicarse con los tres reinos "para escuchar / el paso de la gente de los gatos de las hojas", donde los círculos de vida se amplían, donde "nada se rompe nada se detiene", donde se vive "cercada por los que amo".

Versos donde aparecen los testigos, amigos, ayudantes o participantes de lo heroico: "la buena gente desecha las malas palabras/ la buena gente dice todos tienen posibilidades en la vida, / sienten crecer su amor por esa mujer intensa", "amigos que dicen el amor por la gente". Versos que testimonian la suma de experiencias, el aprendizaje, la transmisión de sabiduría y la memoria: "Arrastro demasiadas cosas de profundos amores", "esa dulce enfermedad de recordar cosas que nunca han sucedido", el amor a "los que preguntan demasiado", y la capacidad de definirse como "una mujer desmemoriada" y que "me engaño diariamente / con soluciones ingenuas" pero consciente de que "la memoria vuelve" y conserva "infinidad de cosas perdidas".

También el canto como poder dentro de su propio territorio y no fuera: "Entre ritos familiares juana se calienta al sol/ impura / como si hubiera encendido fuego en viernes / o hubiera cantado en tierra extranjera.", la palabra como distintiva de "una vida demasiado conversada", con "palabras para conocerme mejor / yo misma explicada hasta el aburrimiento / yo misma que mira a la gente con la que ni nos hemos planteado el amor / los que me escuchan los que comprenden / yo misma que hablo cada vez más", palabras que componen el poder de narrar, de contar "historias sencillas / cuentos para alguien que quisiera vivir".

 Finalmente, en el cierre del poemario, "juana que escribió este pedazo de su historia" termina autonombrándose, autodefiniéndose, autoafirmándose en "una elección de no irse, de no escapar, de amar y morir esta vida."




Bibliografía


Bignozzi, Juana (1990). Mujer de cierto orden. Buenos Aires, Libros de Tierra Firme.

Campbell, Joseph (1972). El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito. México, Fondo de Cultura Económica.


Publicado en Actas del III Congreso Internacional "Cuestiones críticas". Rosario 2009

http://www.celarg.org/int/arch_publi/salmoiraghi.pdf

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