Otra vez ando con miedo a volarme. Entro en pánico cuando la gente que admiro me defrauda o, incluso, cuando se pone genuflexa. Quienes fueran collar de calefones se me han vuelto apenas piedrita en el zapato. Sé que es autoboicot, sé que me cuesta creerme la felicidad y, sobre todo, la felicidad basada en los logros y el talento en vez de la conformidad y la simple buena onda.
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