sábado, 9 de diciembre de 2017

Decime afrocéntrica

She’s Gotta Have It’, la serie feminista, afrocéntrica y anti-gentrificación de Netflix que todos deberíamos ver

“Pansexual poliamorosa sexo-positiva”. Así se autodefine Nola Darling, la protagonista de la nueva serie de Netflix que está haciendo furor: She’s Gotta Have It. En esta adaptación de la ópera prima de Spike Lee de 1986, la historia de Nola, una artista emergente de 27 años de Brooklyn que ya se ha convertido en la heroïna feminista de Lee, se actualiza con una serie irresistible de 10 episodios que pone en la coctelera la gentrificación, el machismo, el mandato Trump o el panafricanismo con una exquisita banda sonora (ilustrada con ráfagas de portadas de los álbumes después de que suene cada canción), el papel central del arte africano y de la diáspora y guiños constantes al cine que definen a toda una generación.
DeWanda Wise, la actriz que interpreta a Nola Darling, protagonista de la nueva serie de Netflix, ‘She’s Gotta Have It’.
Alguien podría ver en esta serie una versión contemporánea y para la clase media de Sexo en Nueva York. Para Wiriko, quizás tenga mucho más en común con la serie ghanesa An African City. Sin embargo, nada que ver ni con la una, ni con la otra: los clichés no tienen cabida en She’s Gotta Have It, articulada desde una perspectiva orgullosamente negra y desde el universo de la clase trabajadora urbana, afrontando retos cotidianos a los que todos, y especialmente todas, podemos sentirnos identificadas.
La actriz DeWanda Wise, que da vida a Nola en la serie, interpreta a una artista luchadora en cuya vida el sexo tiene un papel fundamental. Es criticada y juzgada por una sociedad machista por ser una mujer culta, segura de sí misma y urbanita que se atreve a disfrutar del sexo sin prejuicios rechazando la monogamia. En su “cama amorosa” practica malabarismo con tres amantes masculinos bien diferentes: el empresario de Wall Street Jamie Overstreet (Lyriq Bent), el modelo y fotógrafo narcisista hijo de una francesa y un Pantera Negra, Greer Childs (Cleo Anthony) y su mejor amigo, el mensajero-rapero mitad puertorriqueño Mars Blackmon (Anthony Ramos). También entra en juego una amante femenina, la lesbiana Opal Gilstrap (Ilfenesh Hadera). Pero lógicamente, Nola no es siempre ni un personaje sexual ni una superheroína, y así, consigue rehuir los estereotipos sin dejar de representar un icono feminista negro.

Feminismo y arte urbano contra la misoginia:

No es casual que la mirada femenina marque esta serie. Tras las críticas que Spike Lee recibió por su trato a Nola en la película, como un personaje femenino ideado por un director masculino, ahora un elenco de mujeres se ha encargado de nutrir los guiones de la serie. La esposa del director, Tonya Lewis Lee, su hermana Joie Lee (que también participó en la película original e interpreta a la madre de Nola en la serie), y su hija Satchel Lee, forman parte de este elenco de afroamericanas, que incluye a las dramaturgas Eisa Davis y Lynn Nottage.
Una de las características esenciales de la serie es el retrato constante que hace de la misoginia generalizada. El hostigamiento se presenta como un elemento cotidiano de la vida de las mujeres; una amenaza constante que puede manifestarse en diversas formas de opresión. De hecho uno de los catalizadores del activismo y del arte de Nola es la agresión sexual que sufre en la calle, volviendo sola de noche. “Sexy ! ¡Sexy! ¿Cuál es tu nombre, niña?”, le grita un individuo mientras la agarra por el brazo. No es un escenario para nada infrecuente en Nueva York. Los espacios públicos son igual de hostiles para la mujer en Madrid, Barcelona, Nairobi o cualquier ciudad del mundo, y la serie se ha querido hacer eco de ello, generando un impacto real fuera de las pantallas. Tras el éxito del viral#MeToo (#YoTambién), en octubre de 2017, para denunciar el acoso, la agresión sexual y la naturaleza generalizada de la conducta misógina a través de Twitter, la campaña de la serie tenía el terreno abonado.
Lee se ha inspirado en el trabajo de la artista Tatyana Fazlalizadeh, creadora de la campaña de arte público “Stop Telling Me Smile” en 2012, para generar la intervención urbana de empapelar las calles de Brooklyn con la campaña #MyNameIsnt, una serie de carteles con caras de mujeres negras y un texto superpuesto que dice “Mi nombre no es…” seguido de varios insultos a los que Nola, como tantas otras mujeres, han sido llamadas por la calle, por ejemplo: “puta” o “perra”.

La importancia del arte africano para los afroamericanos:

La revista de negocios Bloomberg Buisiness, ya advertía en 2015 que el boom del mercado del arte africano estaba en camino. El personaje de la comisaria y galerista Clorinda Bradford (interpretada porMargot Bingham), encarna perfectamente esas predicciones, y muestra el creciente interés de los norteamericanos, especialmente las comunidades afroamericanas en búsqueda de sus raíces negadas durante siglos, por el arte africano y la diáspora africana. Antes de abrir su galería, afirma a su amiga Nola, que en esa galería habrá tanto arte negro que la gente creerá que está en la “Madre África”. “Aparta,Wangechi Mutu“, advierte Clorinda postulando a Nola como competencia directa para la artista keniana, que recibió el premio a Artista del Año del 2013 por el Museo de Brooklyn.
“Bienvenidos al Diastopian”, anuncia la comisaria imaginando la apertura de la galería. “Se trata de un movimiento de artistas Afro-céntricos con visión de futuro que cruzan fronteras para fabular, deconstruir, redefinir, afirmar y expandir la amplitud y el alcance de las voces millennials de la gente de la diáspora africana”.
Tampoco es casualidad que uno de los amantes de Nola, Jamie Overstreet, tenga en casa diferentes cuadros de la artista senegalesa-italiana Maïmouna Guerresi. O que aparezcan los famosos retratos pop del marroquí Hassan Hajjaj.
She’s Gotta Have It
Además, la serie critica especialmente cómo los blancos siguen dominando el mercado de las artes y cómo se establecen los cánones estéticos de lo que es o no es vanguardista en las creaciones emergentes de los afroamericanos desde fuera de estas comunidades. Esto queda bien reflejado con el personaje de Julius Kemper (interpretado por el actor Wallace Shawn), crítico de arte, que personifica perfectamente la figura de “foráneo” definiendo lo que debe (o no debe) ser la perspectiva política del “ser afroamericano”, generando frustraciones y traumas a jóvenes artistas que se encuentran con un conflicto interno a la hora de encontrar y construir sus propias voces.

Gentrificación, el problema del urbanita de clase media en el siglo XXI:

El barrio de Fort Greene, en Brooklyn, Nueva York, es escenario de gentrificación y el lugar escogido por Spike Lee para emplazar la serie “She’s Gotta Have It”.
Ya lo habíamos visto con otras series de Netflix, como The Get Down, centrada en el gentrificado barrio neoyorkino del Bronx. En ‘She’s Gotta Have It’, Nola reside en el barrio de Fort Greene, en Brooklyn. Un lugar aburguesado, ejemplo de un ecosistema urbano mutante donde la joven y sus padres artistas, Septima (Joie Lee, que interpretó a Clorinda en la película) y Stokely (Thomas Jefferson Byrd), luchan para construir el presente codo a codo, pero no sin conflictos y traumas, con los nuevos residentes. El aumento de los alquileres, códigos culturales diferentes trazados por los nuevos vecinos blancos y ricos, el desplazamiento de vecinos negros y latinos que, como Nola, han vivido en Brooklyn durante toda su vida… acaban por colisionar en las reivindicaciones de#BlackLivesMatter durante una reunión vecinal que contrapone a los diferentes grupos raciales del barrio.
Cada episodio se abre con la imagen de un cartel de propiedades que muestra los costosos alquileres de la vivienda en Brooklyn. Y Lee no titubea en volver a poner el arte urbano al servicio de la denuncia social, pintando letras “G” verdes en las paredes de los pisos para indicar aquellos edificios que están gentrificados. Una de las vecinas blancas de Darling, Bianca, que se queja del ruido, los vagabundos, los malos olores, los graffitis y otras “molestias” que hallan en su vecindario, dice que esa “G” es un símbolo del racismo invertido, cosa que levanta la indignación de todos los vecinos “nativos”.
La lucha cotidiana de los residentes para poder seguir viviendo en su barrio es evidente en cada uno de los personajes. Para poder salir adelante y pagar su alquiler, Nola da clases de arte en la escuela primaria de Crown Heights y pasea a perros de blancos mientras su trabajo (aún) no le da de comer. Con todo, a duras penas consigue llegar a fin de mes y costear la terapia de psicología que sigue tras haber sido agredida por la calle, con el riesgo de tener que volver a casa de sus padres si no consigue el dinero para su piso, que es a la vez su estudio de trabajo.

Ser africano o afrodescendiente bajo el mandato Trump (¿y el de Rajoy?):

Wole Soyinka, el primer africano en ganar el Nobel de Literatura, destruyó su Tarjeta de Residente Permanente en Estados Unidos tras la elección de Donald Trump como presidente. Y no es de extrañar, el discurso racista y anti-inmigración de Trump ha dado evidencias de que el país más poderoso del mundo tiene a su cabeza un presidente “intelectualmente y temperamentalmente deficiente y moralmente en bancarrota”, como decía hace escasas semanas un columnista de The New York Times.
Un artículo reciente del Huffington Post explica que los afroamericanos son casi tres veces más propensos que los blancos a ser asesinados por el uso de la fuerza por parte de la policía estadounidense, que los indígenas tienen casi el triple de probabilidades de sufrir tal destino y los hispanos tienen el doble de probabilidades. Día tras día, la administración Trump demuestra que la segregación racial y la xenofóbia están lejos de ser un asunto superado. Sin ninguna vergüenza, el presidente Donald Trump apoyó a los supremacistas blancos y neonazis de Charlottesville el pasado agosto e indultó al conocido xenófobo antiinmigrante Joe Arpaio, el sheriff de los “campos de concentración” para hispanos…
Es por ello que Trump es otra de las piezas clave en la crítica de Spike Lee en la versión serializada de su primera película como director. Un episodio refleja la elección del presidente Trump con un descorazonador montaje de cinco minutos con “Klown Wit Da Nuclear Code”, o “Payaso con el Código Nuclear”, de Stew & The Negro Problem.
Muchos, ignorantes de las realidades cotidianas de mujeres o de negros, podrán pensar que She’s Gotta Have It es una serie más, o quizás, que no representa la realidad que nos toca vivir a los hispanoparlantes, y a los afrodescendientes que conforman nuestras sociedades… Malas noticias para ellxs: centenares de personas migrantes y racializadas tuvieron que salir el pasado 12 de noviembre en Madrid para protestar contra el “racismo estructural en España”. Y es que el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) de la ONU ya ha denunciado en varias ocasiones al gobierno de Mariano Rajoy por prácticas policiales discriminatorias, las famosas devoluciones en caliente, los CIEs o las escuelas gueto.
¿Y qué decir sobre la situación de la mujer en España? En lo que llevamos de 2017 ya han sido 44 las mujeres asesinadas en España por la violencia machista más de 1,4 millones de mujeres sufriendo agresiones, abusos y acoso sexual.
¡Spike Lee ha dado en el clavo con problemas que nos afectan a todxs!
¡No os la perdáis!
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Gemma Solés i Coll
Licenciada en Filosofía (UB), posgraduada en Sociedades Africanas y Desarrollo (UPF) y Master euroafricano en Ciencias Sociales del Desarrollo: Culturas y Desarrollo en África (URV). Le interesan la música, el activismo cultural, las ciudades africanas y el turismo sostenible. Coordina la sección de Música y Artes Escénicas y presenta y dirige el magacín radiofónico Wiriko en M21. Contacto: gemma@wiriko.org

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