Todes loques por el noviembre o el fin de año o la mar en coche. Ataques de presión, de pánico, de conchudismo o de pajeréz. Yo, como decía mi mamá, en una nube de pedos. Y no crean que no tengo problemas ni angustias: lo que pasa es que, al lado de sus histerias, prefiero escribir acá y no decirles nada porque total ya no hay oreja que se vuelva permeable ni sea capaz de contenerme.
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