Con el divino de Al Pacino (que dame un viejito así para la mesa de luz). Es actor y no distingue (como una) mucho entre el terreno de la ficción y de la vida. La peli juega genialmente con eso: con les que miramos y el prota y la joven que desde los ocho años tenía fantasías con él y quiere que se haga un espermograma para ver si la puede embarazar o, en realidad, es su propia hija no reconocida. No sabemos, él no sabe y nosotres tampoco. Y la escena final del Rey Lear. Qué maravilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario