jueves, 25 de mayo de 2017
El sol no asoma pero sí el locro
Abro el ojo a las 11.45 en feriado de 25 de mayo. En casa no hay ni pan ni locro. Sé que tengo que solucionar eso antes de las 13 hs. Giro sobre mi espalda a ver si esa realidad se transforma. No. Emerjo y me cubro con trapos y cueros adecuados para vereda lluviosa. Lo del pan fue fácil: mi panadería de la esquina es el paraíso. Lo del locro: Acá a dos casas, las viejas evangelistas prometían porción casera por 70 pe. Me hicieron esperar cinco minutos escuchando "Esta para Dani, esta para Pochi, esta ponele picante" y me dijeron que no había más. Me voy dos cuadras para el otro lado a lo del Gauchito Gil: no hay más señora, perdón. Agarro un folleto que dice que dos porciones por 140 pero no sé dónde queda la calle Río Salado (acá somos todos fluviales). Resignada entro a lo de Pepe para comprarme mis propios zapallos y choclos y ponerme a hervir. Me quejo con mi verdulero-terapeuta: "Perá que la Chichi me ofreció ayer dos porciones por 100. Hola, Amiga, me vas a traer lo mío ahora? Dos más no tenés? Sí? Ok, voy yo. ¿Llevo taper? Dale, ahí voy". Pepe se sube a la camioneta y me deja a cargo del negocio. Le doy un taper mío pero me dice que es muy chico que voy a perder plata, me trae mis dos porciones en un balde de helado. Lo miro, lo huelo, le digo a Rafa, lo mira, lo huele, lo dejamos un rato ahí cual ídolo de barro. Dentro de un rato, después de los mates con pan y mermelada, le entramos.
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