Y para terminar un día tan raro como el de hoy empecé un cuento nuevo, uno que me empezó a rebotar en la cabeza tipo 12 del mediodía. Estuve todo el día diciendo que lo iba a anotar porque me gustaban hasta las frases iniciales que se me ocurrieron y no y no y no: no lo anoté en el bondi, ni en el tren, ni en clase de Italiana ni en el subte ni cuando llegué al Instituto. Pero ahora en casita sí.
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