martes, 7 de febrero de 2017

Por qué nos cuesta tanto comprender que hay espacios en que las compañeras están mejor sin nuestra presencia y apoyo

¿Por qué los varones NO VAMOS AL #TETAZO?
Quienes fuimos asignados varones, seamos heterosexuales, gays, maricas, putos, disidentes o heteroflexibles, no somos mujeres con la experiencia de ser tocadas, abusadas, acosadas o señaladas por nuestras tetas. Por lo contrario, y aunque no sea ni haya sido nuestra práctica, son sujetos asignados varones los que ejercen esas violencias sobre ellas.
Las mujeres que se hagan presentes en los #tetazos , acudirán a un espacio público al encuentro de otras mujeres con las que compartir la lucha por la liberación y descolonización de sus cuerpos. Este reclamo surge tras el escándalo ante el topless de unas pocas mujeres en una playa necochense y se convoca a ir en tetas como forma de desobedecer el mandato de taparlas a no ser que un macho, el mercado, o un bebé lactante se lo demanden, pero nunca cuando ellas así lo decidan. Aunque aspiremos a que el torso desnudo de las mujeres no sea un problema ante un público de todo género y edad, ahora hablamos de una medida de lucha y visibilización de las mujeres. Y ante este escenario, lo mejor que podemos hacer los varones que apoyamos su lucha, es no estar allí.
Ellas no saben ni tienen por qué saber quiénes de los varones presentes van a apoyar su causa con convicción feminista y conciencia de sus privilegios, por solidaridad, a “ver qué onda”, de pajeros, o a provocar, como de hecho viendo sucediendo de forma sistemática en las redes con eventos de contenido profundamente misóginos como el #chotazo . Y si nuestra bienintencionada presencia resultara inhibidora o amenazante tan sólo para una compañera que se encuentre incómoda o prefiera no desvestirse ante la mirada de un varón, nuestro deseo de acompañarles irá en detrimento de su derecho a expresarse con libertad.
Podríamos pensar en hacernos presentes con algún distintivo que explicite que estamos allí para apoyar, como acudir en corpiños por ejemplo, señalando el privilegio que nosotros sí tenemos de andar con el torso desnudo en la vía pública, o simplemente con pancartas con consignas. Pero lo cierto es que este tipo de acciones terminan hiper-visibilizando la presencia “copada” de los varones e invisibilizando la centralidad de las compañeras, y es algo que tenemos que impedir y prevenir. Pudimos verlo en ocasión del paro de mujeres de Octubre pasado con la viralización de una foto de un varón con el torso desnudo sosteniendo un cartel (que como si fuera poco, fue luego denunciado por antecedentes de violencia machista).
Podrá resultarnos incómodo y hasta injusto sentir que debemos hacernos cargo de las violencias machistas que no ejercemos y hasta cuestionamos, pero ese es quizás uno de nuestros principales aportes a la lucha antipatriarcal; hacernos conscientes de los privilegios que se nos asignan con el género y sus consecuentes desigualdades. Y mientras vamos avanzando en la construcción de un mundo que podamos compartir en libertad más allá de los géneros y entre todxs lxs cuerpxs, pongamos nuestras energías en hablar con otros varones y traicionar la complicidad machista.
Reflexionemos sobre las violencias que hemos ejercido sobre los cuerpos de las mujeres, cosificando, tocando, “piropeando”. Transmitamos a otros la importancia de escuchar y empatizar con ellas y sus padecimientos; sensibilicemos con las historias y experiencias que nos han compartido; interpelemos a los que subestiman o ridiculizan esta lucha; confrontemos contra quienes retrucan con más y peor machismo. Pensemos también, por qué nos cuesta tanto comprender que hay espacios en que las compañeras están mejor sin nuestra presencia y apoyo, y cómo hacemos para construir espacios de encuentro y transformación entre nosotros. Quizás así algún un día nos acerquemos a ese mundo sin géneros binarios y fragmentaciones identitarias, y podamos decir que hemos contribuido conscientemente a ello.

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