Mis fantasías macabras de desamor histórico se pierden en el olvido cuando veo que le dice a nuestra hijalas mismas boludeces que me decía a mí y no es falta de amor sino imposibilidad de comunicarlo de otra manera. Nada de conformarse con eso, occccccvio, hay que golpearlo en la cabeza hasta que aprenda o repetir la pelotudez de las peras y el olmo.
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