Conocí, en circunstancias que no diré pero que son poéticas y variadas, aRita cuando yo era un joven de veinticinco años y ella debería andar dejando el guardapolvo de la secundaria, con mucho. Cuestión que cuando leí su primer poema yo pensé en dejar de escribir, porque era tan potente, tan bien escrito que pensé que no tenía sentido seguir escribiendo pero Ego te absolbo a peccatis (y deseos de abandono), esto no se le he contado nunca. Sí le he contado las reacciones de un amigo cuando leyó su poema y cómo nos desinflábamos de asombro. Me sigue pasando todavía.
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