Dice en feis Elena Anníbali
La memoria tira data. Me acuerdo de una tarde en que a mi vieja se le cayó el rosario a una letrina. Todos le pedíamos, muertos de asco, que por favor lo dejara, pero para mi vieja el rosario era -sigue siendo- el cable al cielo -a algún cielo-, su objeto de poder. Así que buscó una linterna, un pedazo de alambre con el que se hizo un gancho y, de rodillas en el suelo, hurgó y hurgó entre la mierda hasta sacarlo. A veces me acuerdo de eso: en mi cabeza no quedó la idea de una vieja tozuda ni fanatizada, sino que esa imagen se fue haciendo un hilo finito y transparente de sensaciones hasta que solamente quedó la certeza, diáfana, de que cada día hay que ir de cabeza a enmierdarse, y joderse, sin miedo, ciegos como topos, y fe y más fe para sentirnos legítimos merecedores del pedacito de tierra que pisamos. Y que con suerte también nos escuchará caer.
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