miércoles, 16 de diciembre de 2015

Creo en los monstruos

“El poeta es el monstruo de la literatura”

Miguel ildefonso. Acaba de ganar el premio José Watanabe del Centro Cultural Peruano Japonés con el libro El hombre elefante y otros monstruos.
Testigo. Miguel Ildefonso también da cuenta de su experiencia en los noventa
Testigo. Miguel Ildefonso también da cuenta de su experiencia en los noventa.
Pedro Escribano
En estos tiempos en que hay tantos poetas que da la impresión de que para hacerse poeta solo basta decidirlo, Miguel Ildefonso se faja por una escritura que encierre una propuesta. Acaba de ganar el premio José Watanabe del Centro Cultural Peruano Japonés con el libro El hombre elefante y otros poemas, en los que aparece Joseph Merrick, El insecto K (Kafka), Sade, Ana Frank, entre otros, todos de dueños de alguna fealdad física o existencial.
 
En este libro hay una poética del horror, que va con estos tiempos feos.
 
Siempre han sido feos, pero la fealdad en algún momento se ha ido moviendo en la sociedad, en algunos lugares más que otro. Yo pienso que ya no hay mucho idealismo, la estética de lo bello se ha enclaustrado en un mercantilismo, en una reproducción de la belleza, de lo bello que se consume. Estos personajes son pretextos para hablar de la sociedad, que para mí es el horror actual.
 
Lo feo acaso como ventana para mirar lo humano.
 
Sí, considero que hay unos cambios de los paradigmas desde hace muchos años. De lo estético, en lo que es bueno o malo, todo se ha vuelto como relativo, qué es la verdad, qué es la mentira, lo feo, lo bello, quién es el malo, quién es el bueno, muchas veces se puede comprar todo eso, todo está capitalizado, se puede comprar la belleza, algo feo diciendo que es bello. Ahora se compra consensos. Por ahí va mi visión.
 
Convocas a Merrick, Sade, personajes asociados al horror.
 
Yo apelo a esa belleza superficial, a ese horror superficial para tratar de acercarme a algo más duradero, clásico, en realidad. Estos personajes son malos, algunos son delincuentes, están como si estuvieran en un juzgado dando cuenta de sus vidas. Todo en el afán de hallar otras formas de expresión para explicar esta sociedad depredadora.
 
Otras formas de expresión, ¿qué es lo que te ha cansado?
 
Entre otros, el coloquialismo de alguna manera, el coloquialismo fácil. De la misma manera el neobarroco fácil también. Yo pienso que, sobre todo en poesía, el trabajo es de lenguaje y en cada época el lenguaje no ha sido fácil, siempre ha habido un tipo de lenguaje que, por un lado, ya ha estado casi en desuso y, por otro, un nuevo lenguaje, popular o culto, que ha estado emergiendo. Yo siempre he querido que mi poesía llegue a cualquier lector como al crítico más sesudo.
 
Hay un auge del neobarroco...
 
Sí, es legítima la apuesta de algunos que lo hacen así, pero no, hay algo. Ser oscuro para un lector no es que estás trabajando el lenguaje. Es fácil ser oscuro como es fácil ser demasiado claro. Yo voy por al centro, en lo que parece oscuro y lo que parece muy fácil. Vallejo es la pauta.
 
¿Un poema siempre debe emocionar?
 
Sí, si no es un aparato verbal, tema para estudios lingüísticos nada más. Tiene que conmover, tiene que estar ahí el hombre elefante. El hombre no debe perder el habla. Qué es el lenguaje solo... no es nada sin la voz humana.
 
Tú perteneces a la generación de los 90. ¿Existe como generación?
 
No, la verdad que eso de generación se acabó en los ochenta. Eso pienso yo.
 
Van a exigir una rectificación.
 
En los noventa nadie realmente se ha llamado como se llamaban los poetas antes, generación. Jugaban un poco a ese rótulo, pero era para, un poquito, en esa época muy dura, sin créditos y miedos, para llamar la atención.
 
Ustedes eran muy insulares...
 
Es que la política organizada se acabó y ya nadie nos escuchaba. Había política hasta los ochenta,  en medio de la guerra y la política, por eso el discurso de ellos insertaba bien. Luego se agotó, no solo el proletarismo, para el noventa se agotó el discurso político poético. Nosotros nos encontramos en un vacío casi total.
 
Al final la poesía es una creación en solitario...
 
Yo creo en eso, cuando estaba en el grupo Neón, creía en mi trabajo, en solitario. Reunirnos era para hacer fuerzas, un colectivo cultural, nada más, de ahí no creíamos en una estética propia, generacional o que cambiaríamos la poesía. Ningún grupo de los noventa fue parricida ni tuvo una propuesta política unitaria. En Neón había tendencias distintas, hasta ahora, que se han rebautizado.
 
Tendencias diversas.
 
Es como se ha vuelto el Perú, cada quien está en sus tendencias. En poesía no hay grupos, solo trabajo solitario. Yo me siento de verdad como un monstruo en el sentido que me he vuelto más solitario, por eso creo en los monstruos de mi libro.
 
Tienes una afinidad con ellos.
 
Sí, yo creo que dentro, inclusive, dentro de la literatura misma o de las letras, el poeta es el monstruo de la literatura. El narrador es la estrella, el rockstar, pero el poeta es el monstruo de la fiesta, el que te rompe los vasos, el que vomita, ese es el poeta.




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