martes, 17 de noviembre de 2015

Crónicas de la abuela Pauli

Recién llego, paciencia: ya se vienen los cuentos feisbukeanos no autorizados de la abu. Ji.



Tengo todo el hombro y el cuello escupiditos pero no pienso bañarme hasta que no vaya de nuevo a hacerle upi a Milena.



Ayer, en pleno trabajo de parto de mi nueri hermosa, la abu despatarrada agarra el teléfono de planta baja de la clínica y dice sin respirar: Hola, hijo, te traje lo que me pediste y blablabla, qué voz rara tenés en este teléfono y ahora subo y blablablabla. Silencio del otro lado y de repente: ¿Quién habla? Y la abuela loca: Yo, boludo, mami, ¿quién va a hablar? ¿Julián? ¿Habitación xxx? No, señora, equivocado. Ups.



Anoche cuando se enojaba con sus peditos y salivitas dicen que berreaba: Nonono. Hoy, dicen, que el berrido era igual de enojado pero decía: mamama.



Mientras los tres que no habían dormido en toda la noche se dormían la siesta, la abu vigilaba a las enfermeras y gente molesta de los pasillos para que no interrumpan mientras se veía doscientos videos pedorros de Cristian Castro, Luismi y Enrique Iglesias. Me parece que voy a armar todo un repertorio que incluya Amor,amor, amor y Azul como el mar azul.



Cuando la neonatóloga le hizo a Mile los controles de reflejos de prensión de sus enormes manitos largas me acordé que su papá, en la misma situación reciennacidística hace 25 años, se agarró tan fuerte del dedo del médico que lo levantó colgado como un monito.



La abu tiene muchos muchos muchos cuentitos patéticos que recordar de sus propios hijos e hija y no privará a nadie de anécdotas que acrediten su merecido derecho a estar gagá, pero ahora se va un ratito al taller decanto. Amo al mundo entero. Aprovechen.

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