viernes, 16 de octubre de 2015

Nadie desea pintar una pileta

Pintar una pileta un lunes feriado o dejarlo para mañana, esa es la cuestión. Al despertar, hoy, el piletero trajo una frase del más allá. La frase es "el deseo es alucinación", y ahora rebota contra la taza de café y la cucharita. Al fin, se arremolina, se hunde, y el piletero se la lleva al estómago de a pequeños sorbos. Después de eso queda tan feliz que ya no quiere ir a pintar la pileta, alucina que la primavera hizo explotar de flores su jardín y quiere quedarse ahí olfateando los aromas nuevos como se olfatea a una novia. Además hace frío. La pintura no estira bien con tanto frío, se justifica el piletero. Claro que, en un momento, su cliente despierta, ve su pileta vacía, recuerda que el piletero dijo "trabajo el feriado", y llama: "¿Vas a venir?" El piletero demora un segundo más de lo conveniente en contestar. Eso indica que cualquier cosa que diga va a ser tomado como excusa falsa y entonces la única salida es "sí, estaba saliendo para allá". La frase sobre el deseo, en el camino, se disuelve. Nadie desea pintar una pileta. Ni alucinado uno desearía algo así. Pero las alucinaciones primaverales también se disuelven y lo que late parejo es lo que saben todos, que el otoño eterno arrancó en febrero y todavía sigue. Así que el piletero se resigna y empieza a desear por otra cosa, por necesidad.

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