viernes, 11 de septiembre de 2015

Caetano, Gilberto y nosotras en el Luna

Hermosos, divinos, geniales, viejitos cachuzos que no se levantaban de la sillita porque se les desconectaba el suero, digo, el retorno.



Ellos solitos con sus guitarritas magníficas y sus manos indetenibles y sus voces llenas de historia y novedad, ni músicos ni otros instrumentos, ni mulatas danzando, ni escenografía ni luces, de pedo había un gordito que les arreglaba los cables.



Cuando Caetano movía los bracitos como si sambara y Gilberto hacía tres pasitos con sus patas flacas, se caía el Luna de alegría.



Te hipnotizaban como domador de serpientes con turbante y flauta, ellos con sus canciones viejas re viejas y las nuevas con gusto a las viejas, me encantaron irremediablemente.



No le cantaron a mijita el Capullito de alelí que mamita le cantaba mientras le cambiaba los pañales pero sí estuvo Todo menima bahiana y La luna me está mirando y Dont worry.




Para mí que nos deben el habernos hablado más, solamente contaron cuál era la canción más vieja y cuál la más nueva y mecharon algún "Canta Buenos Aires" o "Todos, todos" pero una quiere que, ahí sentaditos, te expliquen el mundo entero.

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