Anoche miré la tele hasta las 4 de la mañana, terminé el superchal de caudraditos para Magda; esta mañana abrí el ojo a las 10.38 y sentí, por primera vez, que todo es un premio a mis tantos años y días y meses de esfuerzo y decisiones: todo es mi premio: el sol por la ventana, las sábanas suaves, la fiaca bajo mi manta tejida, el levantarme a leer y escribir, a preparar mis poemas para envío a concurso, el prepararme para ir a mi seminario en Puán con tres escritores de visita hoy.
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