viernes, 28 de agosto de 2015

Cuando soy coherente me siento rara

Por teléfono el pelotudo se hace el bueno, me quiere versear con sus cuentos de autos y herencias. "Para ustedes", me dice, y sé que espera que yo me mee (como tantas veces) por creer que él piensa en mí y en mis hijos e hija. Pero mi sistema urinario ya no responde a sus manejos (tampoco es nuevo este desplazamiento), ni siquiera cuando me dice "En cuanto pueda paso por tu casa". Trato de que me dé lástima ver que vino, dejó lo que le pedí y yo me olvidé de esperarlo (pero qué ingrata si hasta hace tan poquito moría por el sonido del portón en sus manos). Pero nada, che, no hay caso: sigo seca de lágrimas, de penas, de meos y otras humedades hacia él.

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