domingo, 12 de julio de 2015

Qué feo y qué lindo

Que cada vez que me separo de Gustavo, luego de la angustia, me quede la tristeza y una terrible sensación de libertad, de liviandad, de poder ser y hacer lo que quiero, como si amarlo me condenara a estar siempre pendiente de sus horarios, sus deseos y sus necesidades.

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