martes, 28 de abril de 2015

Locos locos locos

Televisión: Arlt revisitado

“No adaptamos literatura para la televisión, sino la televisión a la literatura”. Lo decía y lo repite Ricardo Piglia cuando habla de Los siete locos/Los lanzallamas, la ficción televisiva que se estrenó esta semana en la TV Pública (de martes a viernes a las 22.30) y que él mismo adaptó junto a un equipo de siete guionistas.


“No adaptamos literatura para la televisión, sino la televisión a la literatura”. Lo decía y lo repite Ricardo Piglia cuando habla de Los siete locos/Los lanzallamas, la ficción televisiva que se estrenó esta semana en la TV Pública (de martes a viernes a las 22.30) y que él mismo adaptó junto a un equipo de siete guionistas. En 30 capítulos de media hora sin cortes transcurre esta versión minuciosa y expresionista de la genial novela de Roberto Arlt (y su estricta continuación), ambientada en la Argentina de los años 30, que recupera con lógica de folletín esa atmósfera de conspiraciones y anhelos de batacazo que los directores, Fernando Spiner y Ana Piterbarg, resolvieron con muy buenos recursos. El ambicioso proyecto, una coproducción de la TV Pública, la Biblioteca Nacional y la productora Nombre, fue tomando forma durante los dos ciclos de clases, Escenas de la novela argentina (2012) y Borges post Piglia (2013), que el destacado escritor y ensayista realizó en el mismo canal y con el mismo equipo de producción. “Compartimos con él el gusto por las nuevas series de culto de la televisión como Breaking Bad , Los Soprano o The Wire ”, revela Alejandro Montalbán, sociólogo y productor de la serie, junto a Gabriel Reches. Las posibilidades narrativas y estéticas nuevas que se abrieron en televisión con estas series, más complejas, interesantes y de larga duración (la indiscutida división en temporadas) les hicieron posible pensar en un proyecto como este. “Dijimos: tenemos que hacer algo así pero con una historia bien argentina, y Los siete locos cayó de maduro”.
Durante el primer capítulo, emitido el martes, el personaje Ergueta pronuncia la maravillosa, por su porteñismo puro: “¿Qué te pensás, que porque leo la Biblia soy un otario? ¡Rajá turrito, rajá!”. Ergueta es el versátil Fabio Alberti, que forma parte de un elenco de figuras en el que Carlos Belloso es el astrólogo; Daniel Fanego, el rufián melancólico; Pablo Cedrón, Barsut; Marcelo Subiotto, Bromberg; Pompeyo Audivert, el buscador de oro; Claudio Rissi, el mayor; Martín Slipak, el abogado; y Luis Ziembrowski, el secretario de redacción. Mientras que Moro Anghileri es Aurora, una prostituta ciega; Julieta Zylberberg, Hipólita, ex prostituta; y Belén Blanco, Elsa, la mujer de Remo Augusto Erdosain, el protagonista, interpretado por Diego Velázquez, ese tipo oscuro y obsesionado con los inventos como el autor. “Por un lado los personajes parecen marionetas – analiza Montalbán–, por eso tienen esos nombres. Pero a la vez son menos que sujetos, personas, y son más también”. Es tan fuerte cada personaje que ponerle cara y acertar con el estilo de actuación no fue tarea sencilla. El de Daniel Hendler, por ejemplo, es un personaje inventado para esta singular miniserie: el comentador. Y surge de las “Notas al comentador” que a pie de página de la novela funcionan como un narrador que va explicándolo todo. Aparece en el primer capítulo, también, cuando Erdosain se despierta en su casa y pasa los tres días siguientes ahí, fugado de la policía después de cometer un asesinato. “Es un periodista que trabaja en un diario de mala muerte haciendo policiales y que se vincula con la visión conspirativa-política junto al astrólogo con la idea de meter un gran reportaje, saltar a la fama y escapar a un destino gris”, cuenta Montalbán de esta libertad creativa que se han tomado los guionistas, a cargo de Leonel D’Agostino. El equipo se completa con el historiador Javier Trímboli y la socióloga María Pía López.
La ciudad es protagonista en la novela y requirió de soluciones más que creativas por parte de los directores para resolver cuestiones del clima de época. En una casa de Temperley se filmaron las escenas de la quinta del Astrólogo, pero las imágenes de Buenos Aires son reales, están tomadas de material del Archivo General de la Nación. “Con artilugios técnicos pero sobre todo con una percepcíon artística muy fina, los directores hicieron un uso original de las imágenes de archivo que por momentos parece transformar todo en un cómic, por eso sale del realismo clásico y a la vez son menos y más reales que nunca”, analiza Alejandro Montalbán.
Claro que no es la primera vez que la literatura arltiana tiene correlato audiovisual. El juguete rabioso , novela publicada en 1926, tuvo dos versiones: una en 1984, dirigida por Aníbal Di Salvo y José María Paolantonio; y otra en 1998, a cargo de Javier Torre. En el ciclo Especiales de Alejandro Doria (1996), tuvieron versión televisiva los cuentos “El jorobadito” y “Noche terrible”. Para entonces, Leopoldo Torre Nilsson había llevado Los siete locos al cine, en 1973. Como en aquella versión, la actriz Leonor Manso en esta oportunidad también encarna el papel de la abuela Bizca. Los 90 minutos con que contó Torre Nilsson lo obligaron a tomar caminos muy diferentes. “Eligió una estética cercana al grotesco, mientras que nuestra apuesta estética está más cercana al expresionismo”, define el productor. “Con 30 capítulos, nosotros pudimos estar más atentos a la linealidad de la trama”, agrega Montalbán que concede que Piglia ya vio el material y “está entusiasmado”.

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