jueves, 16 de abril de 2015

Inocencia perdida

En la sala de espera del traumatólogo, le hago a Gus acercarse para decirle algo al oído (me gusta tanto hacerle la nena. ("¿Soy fea, maestro?")). Le cuento que entraron al consultorio dos viejitos, marido y mujer, y el loco del médico, entre recomendación y recomendación, les dijo: "Sexo sí pueden tener". Gus sonríe, "Es de los tuyos", me dice. (¿Cómo llegamos al punto en que, al lado de Olivera, yo soy la sexópata?)

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