A veces, cuando estoy como ahora (muy acelerada, muy que quiero hacer de todo y todo se me acumula, muy entusiasmada con escribir y leer y escuchar a fulano y visitar a mengano, muy teatro y poesía y CF y todo todo), me doy cuenta que él es mi garantía de novuelo, de nolocura, de vida cotidiana rutinaria y predecible. Me tranquiliza saber que todo es igual que siempre y son él nuestros conflictos son tan básicos como pedorros, me tranquiliza poder huir de él y que no me busque pero diga que está aunque es mentira. Es una tranquilidad de mierda (si lo habré hablado mil veces en terapia) pero sirve para cuando siento que voy a desintegrarme de vértigo.
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