lunes, 2 de marzo de 2015

Para dejar de vivir en prosa

Aprovechar el verano para abordar un género que las grandes editoriales tienen marginado, pero que en Argentina goza de muy buena salud

Recomendaciones de 21 poetas para dejar de "vivir en prosa"

¿Por dónde empezar a leer poesía? Fernando Noy, Jorge Boccanera y Marina Mariasch son sólo tres de los grandes nombres que aceptaron esbozar esta guía informal de lecturas para "alterar la sintaxis cotidiana".

Recomendaciones de 21 poetas para dejar de
Fernando Noy - Recomienda a cinco excelentes poetas mujeres: Olga Orozco, Amelia Biagioni, Marosa Di Giorgio, Alejandra Pizarnik y María Moreno.
Ya se sabe que la vida diaria transcurre en prosa, y no harían falta mayores ejemplos: es así. Por esa razón, en vacaciones, es saludable proponer la lectura de poesía, si lo que se desea es alterar la sintaxis cotidiana", dice Horacio Fiebelkorn en un tramo de su respuesta. Como él, un total de 21 poetas –de diversas geografías, con diferentes propuestas estéticas– aceptó la propuesta de Tiempo: recomendar libros de poesía. Claro que estos textos pueden ser leídos ahora, en verano. Pero cada quien sabrá en qué momento del año prefiere alterar su sintaxis cotidiana. A esto se le suma que la idea de esta nota es también releer o descubrir a los (y las) poetas que hacen sus recomendaciones. No se trató de una encuesta, pero algunos rasgos se repiten. Muchos consultados sugirieron que los lectores interesados revisen las obras completas de un autor "porque es un modo de ingresar en su mundo y recorrer su itinerario", como argumenta Fiebelkorn en otro tramo de su respuesta. Los más recomendados fueron Joaquín Giannuzzi (cuya obra completa reeditó Del Dock a fines de 2014), Juan Gelman, Olga Orozco, Alberto Girri y Javier Adúriz. En cuanto a poetas de obra más reciente se destacan Irene Gruss, Santiago Sylvester y Silvina López Medin. También fueron mencionados al menos en dos oportunidades Cristian Aliaga, Javier Galarza y Mariano Blatt.
Fernando Noy recupera a Orozco, Amelia Biagioni, Marosa Di Giorgio (en los tres casos, sus obras completas fueron editadas por Adriana Hidalgo) y Alejanda Pizarnik (su poesía completa se consigue a través de Lumen). También se detiene en El affaire Skeffington de María Moreno (una joya híbrida donde lo poético atraviesa también otros géneros como  el diario íntimo o la biografía apócrifa, reeditada por Mansalva). Y agrega como bonus track una lista heterogénea de autores y autoras de diversas edades y recorridos: Irene Gruss, Alicia Genovese, María del Carmen Colombo, Hugo Padeletti, Néstor Perlongher, Susana Thénon, Cecilia Pavón, Mariano Blatt, Julio Coronado y Juan Anselmo Leguizamón.
Genovese y Gruss fueron dos de las consultadas. Genovese recomienda las obras completas de Héctor Viel Temperley (Del Dock). Al igual que Noy, rescata las obras de Di Giorgio y Orozco. "Marosa, porque en su poesía el mundo natural se vuelve peligroso, tan inquietante como el erotismo que logra hacer emanar de cada cosa que mira. Orozco porque es una voz lírica poderosa, capaz de sostener sus mundos invisibles y habitarlos como espacios sagrados." El listado de Gruss está formado por Esa sal en la lengua para decir manglar, de Silvina López Medin (Del Dock), el catálogo íntegro de Hilos Editora (en especial la antología de Antonella Anedda, traducida por Jorge Aulicino) y Titanes de Eduardo Mileo, Javier Cófreces y Alberto Muñoz (Ediciones en Danza).
También José Villa recomienda el libro de Silvina López Medin. Y la Poesía completa de Paul Auster (Seix Barral) por ser "un libro al que no se le ha prestado la suficiente atención; una poesía, digamos, de la insistencia: requiere que el lector intente coordinar y establecer la realidad de sus bellos y angustiantes símbolos". Y El año de Stevenson, de Elvio Gandolfo (Iván Rosado). Su lista se completa con Mansalva, del poeta mexicano de origen español  Gerardo Deniz (editado por Mansalva, justamente) y el séptimo volumen de la autobiografía intelectual de Darío Canton, "uno de los proyectos literarios más importantes e inadvertidos de la última década".
Desde Chubut, Ariel Williams rescata La mitad de la verdad, la obra poética reunida de Gruss (Bajo la luna) y Crónicas de motel de Sam Shepard (Anagrama), "una originalísima miscelánea de textos poéticos, relatos y prosas trabajados de manera que hasta en el motivo más nimio se revela un costado enigmático o inesperado del mundo y las personas". Agrega Música desconocida para viajes (Del Dragón), de Cristian Aliaga: "Un libro bellísimo de prosas poéticas con apariencia de notas tomadas durante distintos viajes." Jorge Boccanera también propone leer a Aliaga, pero se inclina por La caída hacia arriba, "un libro intenso de esos que escasean y que logra tratar un punto límite –el dolor, la agonía– vale decir el pie rozando el despeñadero, colocando palabras allí donde pareciera que sólo habla el vacío". Su listado incluye además la Poesía Completa de Ernesto Cardenal (Patria Grande); Lengua y herida del español Antonio Gamoneda. "Y todo Juan Gelman, Paul Celan, Manuel J. Castilla y Fernando Pessoa", enumera. Entre las voces recientes, rescata El animal no domesticado de la cordobesa Laura García del Castaño (Pan comido).
Si de jóvenes poetas cordobeses se trata, otro de los invitados a sugerir lecturas es Pablo Natale. Recomienda Poemas para Michael Jordan, de Francisco Ide Wolleter (disponible en la web) y Guía para perderse en la ciudad, de Víctor López Zumelzu (Vox). Si la poesía anida en lo cotidiano, no es extraño que Natale elija "el hermoso libro de La gente anda diciendo (sí, los de la página de Facebook)". "Y está la poesía instrumentada: las letras del disco solista de Damon Albarn y de Ramón Ayala, las canciones de The National y buena parte de los temas de Babasónicos", agrega.
El salteño Santiago Sylvester sugiere Tiempos de Europa, de Leopoldo Castilla (El suri porfiado) y Diario de un libro, de Alberto Girri (Del Dock): "No es un libro de poemas, sino sobre un libro de poemas. Mientras escribía En la letra, ambigua selva, fue llevando este diario de anotaciones rápidas, y propone un paseo apasionante: cuando el poeta enseña los entresijos de su trabajo". Girri es citado por Juan Desiderio, quien propone la lectura de Poemas selectos (Corregidor). Desiderio completa su recomendación con la Antología poética XXIII de Horacio Castillo (Fondo Nacional de las Artes) y Antología, de Oliverio Girondo (Argonauta).
Javier Cófreces –citado más arriba por Gruss– sugiere dos clásicos: César Vallejo y Gonzalo Rojas. También, Sueño americano, de María Teresa Andruetto (Caballo negro); La luz contra el centeno, de Alberto Muñoz (Continente); Hablar mestizo, de Luis Tedesco (Activo puente). Y agrega: "Todo lector de poesía tiene que entrarle al sanjuanino Jorge Leónidas Escudero, el mayor poeta nacional vivo, que sigue produciendo obra a los 95 años. Hay más de una docena de libros suyos circulando. Se trata de un auténtico tesoro poético vernáculo".
Jorge Aulicino recomienda la poesía completa de Javier Adúriz (Del Dock). Suma Osatura de Hugo Padeletti (El cuenco de plata). Y América de Horacio Zabaljáuregui junto a El sueño de ellas de Lucas Soares (ambos editados por Bajo la luna).Agrega los libros de Sylvester, Rafael Felipe Oteriño y Silvina López Medin. Y Lo atenuado, de Javier Galarza (Audisea).
Este autor, Galarza, es una de las recomendaciones de Natalia Litvinova. La otra es El demonio y otros escritos caucasianos de Mijaíl Lérmontov  (Añosluz). "Es una obra maestra de la poesía romántica en la que el autor trabajó durante más de diez años", dice Litvinova.
Jorge Fondebrider elige la Poesía Reunida de Jorge Aulicino, y Poemas reunidos de Daniel Samoilovich ambos, en Bajo la luna). "Otro de los libros que disfruté es La única cosa necesaria (Ediciones del Copista), de Marina Serrano y la última antología de Alejandro Schmidt. Sumo otros dos libros, que no son de poesía, pero que son de poetas. El primero es La lengua materna (Gog & Magog), de Fabio Morábito. El segundo, El desayuno del vagabundo (Bajo la luna), del narrador, poeta y ensayista galés Richard Gwyn, que tuve el enorme gusto de traducir", señala.
Adúriz es la única recomendación de Roberto Malatesta. "Javier decía que no puede haber poema sin lector, es decir, y esto es muy importante, antes de conocerlo ya le hacía a usted, sí a usted, un lugar", escribe Malatesta desde Santa Fe, interpelando directamente a quien lea estas líneas. Osvaldo Aguirre recomienda Velocidad crucero y otros libros, de Carlos Battilana (Conejos) "un título que recopila textos de uno de los poetas más importantes de la generación del '90 y le agrega un inédito donde se ven más perceptibles, me parece, un tono y una forma de expresión que ponen en acto zonas precisas de la tradición poética, como la obra de Juan Manuel Inchauspe". Hablando de santafesinos, "Estela Figueroa es una figura tan singular como insoslayable. Sus libros son difíciles de conseguir pero recompensan la búsqueda: los dos primeros, Máscaras sueltas y A capella, fueron reeditados por la Universidad del Litoral, y el tercero, La forastera, fue publicado en Córdoba por Recovecos". También cuenta que estuvo leyendo Cuadernos de lengua y literatura de Mario Ortiz. Por su parte, Gabby de Cicco recomienda Pintura rupestre, de Luisa Futoransky y Fiel a una sombra de Osvaldo Bossi (Viajero insomne). "La actualidad política de Grecia me lleva a revisar a dos amados poetas. De Yannis Ritsos releo Grecidad y otros poemas (Visor) y de Yorgos Seferis voy navegando sus poemas completos (Alianza y/o Galaxia Gutenberg)", dice la poeta. Lo político está presente en las recomendaciones de Rodolfo Edwards: Momento en un café y otros poemas (Calicanto), una antología del poeta brasileño Manuel Bandeira. Suma los Poemas y antipoemas del chileno Nicanor Parra (Universidad de Chile). "Sigue siendo un libro revulsivo por poner a la poesía en pose de combate", afirma. También, Argentino hasta la muerte de César Fernández Moreno (se consigue en versión online). "Me enseñó que en un poema se pueden entreverar sin problema la política, el amor, la historia, hablando con el lenguaje de la calle, con ese rumor que despiden como un tufo las mesas de los bares, la calle Florida y tantos rincones de la patria", dice Edwards. Fiebelkorn recomienda  la poesía reunida de Calveyra –fallecido a mediados de enero–, que editó Adriana Hidalgo y la de Miguel Ángel Bustos (Argonauta). "La obra de Bustos –desaparecido bajo la dictadura– es una de las más inquietantes de la poesía argentina", afirma. También incluye la poesía reunida de Marina Mariasch, Paz o amor (Blatt & Ríos). Mariasch, por su parte, recomienda El libro del haiku, que reúne a varios autores, traducido por Aberto Silva (Bajo la luna); El pibe de oro, de Mariano Blatt (Colección Chapita) "y cualquier libro de Juanele Ortiz". Otro de los invitados a componer su lista es Camilo Sánchez, que elige a Saint John Perse, Pizarnik y Edgar Bayley. También, El cóncavo, de Reynaldo Jiménez (Descierto). Finalmente, María Esther Vázquez reflexiona: "Las materias que toca la poesía se repiten a lo largo de los  tiempos, pero el amor es el tema eterno". En ese sentido rescata a Pablo Neruda, García Lorca, Eugenio Montale, Horacio Armani, Juan Gelman y "el glorioso Quevedo".  «



Acerca de la poesía de Joaquín Giannuzzi

La Obra Completa de Giannuzzi fue mencionada entre las preferencias de Alicia Genovese, Santiago Sylvester, Jorge Aulicino y Jorge Fondebrider. "Es el libro de poesía argentina más importante de los últimos años", asegura Fondebrider, amplio conocedor de la obra de Giannuzzi, quien en 2009 organizó la edición española de su Poesía completa. Sylvester –que ha publicado más de doce libros de poemas, ganador de varios premios; entre ellos, el Nacional de Poesía– dice que a la poesía de Giannuzzi hay que leerla "con los brazos en alto como si nos apuntaran con un Colt 45 en una película de John Ford; sólo que es la realidad, directa y cargada, la que nos alarma. Pero no irrumpe de un modo brutal sino que obliga al análisis, a la reflexión, sin excluir la emoción de estar raspado por la vida", escribe vía mail desde Salta. Genovese –que el año pasado publicó la antología El río anterior– afirma que eligió este libro porque la poesía de Giannuzi "sabe afirmar y describir, es decir que todo resulta transparente para aquellos que reclaman claridad, pero también hay que estar preparado: ni lo más ínfimo se deja suelto hasta que su escritura lo vuelve incierto y desarmónico". Giannuzzi nació en Buenos Aires en 1924. Su ingreso a la literatura se dará por algún docente de secundario que lo impulsó a leer a los clásicos y en su época de estudiante de Ingeniería. Entre sus libros se cuentan Contemporáneo del mundo (1962) y Señales de una causa personal (1977). Luego de su muerte, en enero de 2004 en Salta, aparecieron ¿Hay alguien ahí? (2005) y Un arte callado (2008), incluidos en el libro que presentó Del Dock en 2014.

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