viernes, 6 de marzo de 2015

Alimentar a la Musa


Dice en feis Mariano Saba
14 horas · 
Hace poco releía sus sugerencias sobre escritura. Un escritor que siempre me fue simpático por lo lúcido, por lo lúdico. De adolescente lo leí con una melancolía voraz, lo sentía muy amigo. Crónicas Marcianas es un libro hermoso. Borges admiraba lo “alarmante” de La Tercera Expedición, decía que había puesto ahí “sus largos domingos vacíos, su tedio americano, su soledad”. Tenía razón: nadie que lo lea sale del todo de ese planeta. “Soy muchas cosas que Norteamérica ha sido en mi tiempo”. Y tantos otros lugares también: El Hombre Ilustrado, Fahrenheit 451. El futuro juega a veces de excusa, como una manera de tornarse tolerable, ¿bello? Hasta melancólico puede ser el futuro: eso es difícil y a Bradbury le salía de vez en cuando. Sus sugerencias sobre escritura: sobre la necesidad de alimentar el archivo personal con partes iguales de basura y de tesoros, sobre la imponderable necesidad del entusiasmo para llevar una historia adelante. Nada se pierde nunca, decía. Y recordaba a su papá cuando necesitaba sólo seis minutos de charla sobre el pueblo de su infancia para dejar atrás su parquedad de hombre práctico y tornarse poeta de prepo. “Yo he oído a granjeros hablar de su primera cosecha de trigo en la primera granja de un estado, recién llegados de otro, y aunque no eran Robert Frost parecían su primo tercero”. “La Musa es el almacén fantástico de nuestro ser”. “Para alimentar a su Musa, pues, es preciso que usted siempre haya tenido hambre de vida, desde niño”. Hay que alimentar a la Musa, decía, porque “un hombre bien alimentado guarda y serenamente da cauce a su infinitesimal porción de eternidad”.

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