Él llega, se sienta a los pies de mi cama, le cuento cosas de mi día y me siento tan tan tan linda, interesante, deseada. Es una boludez, ya sé, pero es tan impresionante que sienta esto por él a esta alturas de nuestras vidas. Es como mariposear a los 17, buscarlo todo el tiempo, seducirlo y dejarme seducir, revolotear uno alrededor del otro con nuestros mejores colores desplegados.
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