domingo, 8 de febrero de 2015

El sueño perfecto

Soñé que estaba con Gustavo así como ahora y él me llevaba a la cama en una silla como esas que usan los discapacitados motores para subir escaleras. Pero era un sistema medio raro porque los rieles subían por unas escaleras verticales y bajaban por unas idénticas al lado, como una trepadora. Nosotros pensábamos para qué estaban esas escaleras inútiles y decíamos que para hacer ejercicio. Todo esto con él sentado detrás mío y yo eróticamente sentada sobre su poronga parada (uy, dije poronga hablando de él, específicamente).
Cuando llegábamos a nuestra cama gigante, había otro hombre como sentado en un escritorio ahí al lado. Gus me cargaba con que si no me gustaría estar con dos hombres a la vez y me sugería al Negro Olivera, que estaba ahí al aldo. Yo le decía que sí, que cómo no se me había ocurrido antes, que a Gustavo Olivera, de 17-20 años, sí lo había querido como a él y que sí podría estar con ambos en la cama.

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