lunes, 12 de enero de 2015

La mujer es tan ficticia como el futuro

"Con 'la mujer' hago referencia a una construcción ficticia, a un destilado de los discursos, diversos pero coherentes que dominan las culturas occidentales (discursos críticos y científicos, literarios o jurídicos), que funcionan a la vez como un punto de fuga y su peculiar condición de existencia. Un ejemplo nos será útil. Digamos que este libro trata de la mujer de la misma forma que la ciencia ficción trata del futuro: una especulación sobre la realidad social actual modelada por una perspectiva particular cuyo punto de fuga es “el futuro”, ya sea éste, “1984”, “2001” o “mañana hace un año”. A partir del estado actual de la teoría y la investigación científicas, el autor de ciencia ficción extrae y proyecta las posibilidades que, si pudieran ser realizadas y completadas en una tecnología social, formarían un mundo alternativo; ese futuro, por tanto, sería a la vez el punto de fuga de la construcción ficticia y su condición textual específica de existencia, es decir, el mundo en el que existen los personajes y sucesos ficticios. Del mismo modo, “la mujer”, lo-que-no-es-el-hombre (naturaleza y Madre, sede de la sexualidad y del deseo masculino, signo y objeto del intercambio sexual masculino) es el término que designa a la vez el punto de fuga de las ficciones que nuestra cultura se cuenta sobre sí misma y la condición de los discursos en los que están representados esas ficciones. Pues no habría mito sin una princesa por casar o una bruja que vencer, ni cine sin la atracción que ejerce la imagen sobre la mirada, ni deseo sin objeto, ni parentesco sin incesto, ni ciencia sin naturaleza, ni sociedad sin diferencia sexual.
Con “mujeres”, por el contrario, quiero referirme a los seres históricos reales que, a pesar de no poder ser definidos al margen de esas formaciones discursivas, poseen, no obstante, una evidente existencia material. La relación entre las mujeres en cuanto sujetos históricos y el concepto de mujer tal y como resulta de los discursos hegemónicos no es ni una relación de identidad directa, una correspondencia biunívoca, ni una relación de simple implicación. Como muchas otras relaciones que encuentran su expresión en el lenguaje, es arbitraria y simbólica, es decir, culturalmente establecida".




DE LAURETIS, TERESA. Alicia ya no. Cátedra, Madrid: 1992.

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