jueves, 22 de enero de 2015

Desde que mi hija dejó de bailar con High School Musical

:: LECTURAS ::

Sinfonía para adolescentes



21-01-2015 | 


De las sagas y ucronías a John Green: una introducción a los bestsellers que leen los adolescentes.


Por Patricio Zunini.

Cassius: “The fault, dear Brutus, is not in our
stars, but in ourselves, that we are underlings.”
Julius Caesar (I, ii, 140-141)




Uno: en un mundo agrícola híper tecnológico tipo Star Wars, Katniss Everdeen usa flechas para derribar aviones del tirano presidente Snow. Dos: La vida de Beatrice “Tris” Prior se arruina cuando la facción de los Eruditos intenta tomar el Poder. Tres: acosado por escorpiones-cyborgs, Thomas busca la salida del laberinto que creó una organización llamada “Cruel” después de que el sol lanzara una llamarada que arrasó con casi toda la humanidad. Los universos de las sagas para adolescentes son agónicos, feroces, totalitarios. Y son chicos de 16, 18 o 20 años quienes están llamados a cambiar el destino.
Un tiempo atrás no le hubiera prestado atención a esta clase de libros, pero, desde que mi hija dejó de bailar con High School Musical y puso la foto de Peetah (el chico de Los juegos del hambre) de papel tapiz en el celular, los miro de otra manera. Intento sacarla del lado oscuro: la veo con Divergente y le propongo que lea Un mundo feliz; se tira en el sillón con Maze Runner y le presto El señor de las moscas. Ella me mira; se da cuenta de que no entiendo.
Suzanne Collins tiene 52 años. Trabajó como guionista de televisión de programas infantiles en Nickelodeon. Entre otros, hizo el del perro gigante Clifford —que también mirábamos con mi hija cuando no podía hacerme del control remoto. En 2008 publicó la primera parte de Los juegos del hambre; dijo que lo escribió inspirada en el mito de Teseo y el minotauro. En llamas, la segunda parte, vendió 350.000 ejemplares en la primera semana; Sinsajo, elgran finale, 450.000.
Como producto, las sagas son grandes negocios: libros, películas, merchandising. Pero también dan sentido de pertenencia. En internet hay foros, blogs, fakes de Twitter con miles de seguidores. Y así como están los directioners (fans de One Direction) y los beliebers (fans de Justin Beiber), entre los lectores están los hungerianos o tributos (Los juegos del hambre), larchos o clarianos (Maze Runner), y los divergentes.

John Greene
—Lo que me gusta de John Greene es que si tiene que hacerte llorar te hace llorar —dice Norberto (15), que no tiene edad para saber que parafrasea a Moria Casán, y lee Buscando a Alaska en Plaza Francia junto a su novia.
John Green (mis hijos le dicen Juan Verde) tiene 37 años. Además de autor bestseller, tiene un canal de Youtube con su hermano Hank donde se la pasan… boludeando. En el video más reciente están en un minigolf en Florida, lo colgaron hace 19 horas y ya tiene 134.000 vistas. Hace tres semanas contaban varios datos curiosos —y debo decir muy interesantes— sobre los pedos. Por ejemplo que “fart”, pedo en inglés, es una de las palabras más antiguas del idioma y que también así se decía en sanscrito.
Green se mueve entre sensaciones de blanco y negro: del disparate en Youtube al drama en los libros. Se hizo conocido con Bajo la misma estrella, que en inglés es The fault in our stars, una cita del Julio César de Shakespeare (pero un verdadero seguir nunca le diría así sino TFIOS). El éxito de esta novela arrastró a las anteriores: Ciudades de papel y Buscando a Alaska se tradujeron al español. Si bien no es autor de sagas, sus libros tienen cierta continuidad en la trama.
—Lo que me gusta —dice Valentina (14)— es su manera de escribir y cómo te atrapan sus tramas.  Hay veces que me siento muy identificada con los personajes y eso me encanta. A la hora de leer me gusta sorprenderme y cuando empecé sus libros me gustaron mucho porque me sumergen en la historia, me siento parte de ella. Creo que es eso lo que busco cuando leo: poder sentirme parte e identificarme emocionalmente con los personajes.
Para Green el mundo es lo suficientemente duro como para andar complicándose con ucronías y héroes. Las novelas tienen problemas existenciales, amores puros, padres comprensivos pero totalmente perdidos y mucho pero mucho melodrama. Tanto que me lo ahorro. (Bueno, no: hay un chico que se queda ciego y le dice a su amigo, enfermo terminal, que prefiere perder la vista a ver un mundo en donde él no esté). Es una receta bastante efectiva, pero no es lo único que hace que sea tan leído. En sus libros hay certezas, hay una fe que contagia al lector.
Bajo la misma estrella cuenta la historia de una chica enferma de cáncer que se enamora de un chico también enfermo de cáncer. Es el primer amor idílico, virginal y doliente llevado al paroxismo.
—Me gustó que se enfocara en chicos con una vida diferente —dice Luciana (16).— Me gustó que Hazel fuera depresiva pero que Augustus no y cómo él la cambió a ella. Y aunque lo sufrí, me gustó que fuera real.
En todas las novelas de John Green, quien cuenta la historia no comprende todo lo que el otro sabe. Y los finales, algo para agradecer, no son condescendientes con el lector. En Ciudades de papel, Quentin busca a Margo, que es su vecina y el gran amor de su vida. La noche antes de que se escapara, ella le pidió que la ayudara a vengarse de todos sus ex amigos y él, enamorado, se dejó llevar. Ahora no se sabe si se fue para que sólo él la encuentre o porque quiere suicidarse. El viaje, la huida, otra recurrencia. EnBuscando a Alaska, un chico de 16 años quiere, como Rabelais, hacerse a la vida y encontrar su gran Tal Vez.
Alguna vez el crítico Harold Bloom dijo que los libros de Harry Potter no eran literatura: ¿son las sagas y John Green literatura? Por lo menos son grandes puertas de entrada.

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