jueves, 11 de diciembre de 2014

Felix, el sol y el infierno


14 horas · 
8 am, me echa una clienta llamada Ángeles. Dos horas más tarde, me contrata una llamada Sol. Aguante el materialismo. Las explosiones nucleares que alimentan al sol son mucho más que el verso de los ángeles guardianes. El sol se va a apagar, ya sé, pero para eso falta. Y los ángeles no existen, salvo los de Charly. Sol vivió diez años en California. Su ex marido, en California, limpiaba piletas, igual que yo. Cien piletas, un poco más que yo. Tenía una empresa, bastante más que yo. Sabe todo de piletas pero imaginate que no lo voy a llamar para que me arregle esta. La pileta de Sol es un desastre, aunque como no es muy grande le tengo fe. Sol es orgullosa. Es artesana. Fabrica lámparas de hilo. Esas que hacés usando una pelota inflable a la que rodeás con hilo y pegamento y cuando endurece el pegamento desinflás la pelota y te queda la lámpara. Mientras limpio la pileta de Sol me siento un poco su ex marido. Supongo que es útil aclarar que, en la vida real, mi mujer se llama Sol. Ella habla de sus problemas y yo la escucho y hago algún chiste. La diferencia entre el ex de Sol y yo es que cuando me vaya ella va a tener que pagarme 90 pesos. ¿Hacés descuento si te llamo todas las semanas? Eh... No. Ya lo vi: todas las semanas voy a ser el ex marido de Sol por 90 pesos. ¿Es prostitución? ¿Dónde termina el sol y empieza el infierno? El calor de hoy no fue tanto, pero fue húmedo. El infierno empieza donde empieza la humedad.

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