Hoy tomé mi última mesa. Debería estar muy feliz porque sólo me falta ir el 23 de suplente a una de mis escuelas pero, básicamente, ya terminé. Pero estoy como un pelotero inflable sobre el que han saltado toda la tarde. Me cuesta desinflarme, enfriarme, sentir que ya pasó todo, que voy a poder doblarme sobre mí misma y dejar de divertir a los demás.
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