No nos dormimos. Eran demasiados cuerpos nuestros dos cuerpos para nosotros dos siempre tan mezquinos, tan solitarios, tan autoconstruyendo la propia leyenda del solitario, la solitaria, del que no puede ser amado, amada, de la que nunca es comprendida, de los impares. Vos y yo, siempre, diciendo, pensando, haciendo boludeces, hasta que llega el momento de la física, corpórea, sexuada, verdad.
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