domingo, 21 de septiembre de 2014

Re-unión

Me escapo de mis apuntes de linguística (total el parcial es recién el martes) para leer lo de Problemas de literatura argentina que rindo mañana. Flaca excusa. ¿Cómo no preferir a Borges antes que a Saussure, a Tuñón más que a Benveniste, a Girondo, a Quiroga, incluso a Mallea antes que los infumables de Halliday, Pinker y el alfabeto fonológico internacional?

Pero también me pasa otra cosa: estaba creyendo que mi alto nivel de emotividad, mi concentración de sentido místico, se debía a mi regreso del NOA. Sí, también. Pero no es nuevo que cada vez que me pongo a estudiar una de mis materias preferidas me salta sobre el cuerpo todo lo que he tenido tantos años guardado y esperándome, todo lo que siempre supe que era el centro de mi vida pero tenía escondido en los cajones (tantos tantos cajones y placares y mudanzas). ¿Cuándo fue que conocí a Juancito Caminador? ¿Fue cuando me reunía con aquel grupo en la biblioteca de la calle Honduras, en la casa de Carriego? Yo andaba con panza de Julián y la plaqueta que sacamos se llamaba La calle del agujero en la media. Tengo a alguno de aquellos poetas en el face, voy a preguntarles si se acuerdan de mí, de la que fui y que leía Tuñón y ahora ha vuelto.

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