Me cuesta tanto mantener mi coherencia, mi unidad molecular delante de tantos pares de ojos estudiantiles, que no me pidan que haga algo más una vez que terminé mi trabajo y llegué a casa. Volver a salir para exponer mi inestable masa corporal y afectiva a otras miradas (desconocidas, curiosas, ansiosas o indiferentes) es demasiado inútil esfuerzo hoy para mí.
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