Hoy caminé por San Miguel. Acabo de cobrar. Entré en la librería, en el bazar y en la casa de lencería. No me compré nada. Nada me pareció ultrahermoso ni ultranecesario ni ultraurgente. Me dio vernguenza ver en los estantes tantos libros que tengo en casa sin leer, las alfombritas, las tacitas, los termos me parecía berretas, calzones y corpiños tampoco me tentaron. ¿Una bata de polar? Ná... ¿para qué?
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