sábado, 5 de abril de 2014

La Bellessi

Habíamos dicho con Vale que queríamos ir hace como dos semanas. Cuando amaneció así de lluvioso como sigue, dudamos. Gabo (mi marido ajeno favorito, el de ella) no nos podía llevar en el auto pero sí esperarnos en Lacroce y venir con nostras desde ahí.
Salí con piloto y me paré enfrente a esperar el bondi. Una viejita perdida bajo la lluvia me preguntó qué calle era esta y "Entonces ¿mi casa queda para allá o para allá?". No supe, siguió caminando, me consolé con que la iban a atajar en la verdulería donde había techito.
Yo no sé por qué estaba tan pila, yo, digo, que siempre me enconcho y no quiero salir de la cucha, hoy estaba que quería y quería. Hubo muchas cosas geniales en el encuentro (ver post más arriba y más abajo) pero la voz de la Bellessi me hizo entender tantas cosas, todas lejanas al enconche y de las que te llevan a moverte como el río y a no tenerle miedo al agua.
Cuando la fui a saludar, cuando le di mi librito, mientras Vale le firmaba los suyos y yo me colaba de su iniciativa, la Bellessi dijo: "¿Por qué no hacemos esto todas las semanas? O todos los meses o cada dos meses?" Y lo decía en serio, ella, por quien había ido allí, por quién más quién menos, nos juntábamos, quería estar de nuevo, porque, según dijo entre lectura y lectura "Esperé toda una vida para leer en el Delta".
A ver quién toma el guante.

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