Indispuesta mal (aunque deberíamos eliminar la expresión enfermiza ¿no?), anoche soñé que él se acostaba sobre mi espalda y metía sus dedos y hablábamos de tamaños e hijos que salieron por ahí. Era una mezcla didáctico-erótica de la letra de "Inmaculada" de Pabellón psiquiátrico con tantas lecturas feministas que he estado compartiendo por ahí sobre el poder del útero y la sangre menstrual.
Yo sentí divinamente su peso sobre mí, él me ofrecía chupar sus propios dedos (sus hermosas manos) rojos de mí y besaba, luego, mi boca. No me acuerdo el gusto.
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