Quizás no sea tan grave: Una también hubiera querido tener esa libertad a los 17, no tener miedo, contar con el apoyo incondicional que aún soy capaz de darle a mi hijo. Quizás no deba sufrir por su felicidad como tantas veces les reproché a mis viejos que sufrían, arruinándola, por la mía.
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