Leo a Butler, teorizo sobre feminismo y género. En el medio me acuerdo que la nena me encargó que le consiga algo contra los caracoles que nos devoran lo verde. Salgo a la vereda sin plata y a seducir vecinos que solucionen mis problemas: el ferretero encuentra una casita macabra para que los caracolitos se introduzcan y mueran (precio 2006, 4 pe), el verdulero me encarga babosit a otro tipo por teléfono y me promete cruzarse hasta casa para rociar mi jardín con no sé qué menjunje. Viene, trae rociador casero, prepara líquido, me mira los rosales, me da consejos vegetales, me habla de su exmujer y de su separación. Cumplida mi misión asesina, vuelvo a Butler.
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