miércoles, 26 de junio de 2013

Nueva colección: Narradoras argentinas

:: LECTURAS ::


A los lectores feroces


26-06-2013 | Andrea Rabih


Una lectura de la Obra completa de Andrea Rabih (Editorial Eduvim).



Por Camila Fabbri

La Editorial Eduvim inauguró una colección titulada Narradoras argentinas, que se se propone rescatar y difundir autoras publicadas, pero olvidadas. O no tenidas en cuenta. O postergadas. Al menos así lo anuncian María Teresa Andruetto, Juana Luján y Carolina Rossi, quienes la dirigen. Además de la Obra completa de Andrea Rabih –completa: lo que el tiempo le permitió escribir antes de su muerte prematura por un melanoma a los 34 años– se editaron en paralelo los títulos Punto atrás, novela inédita de Paula Wajsman –también víctima de una muerte temprana–, Dos veranos, primera novela de Elvira Orpheé –quien ahora tiene 92 años–, y La Mamacoca, novela inédita de Libertad Demitrópulos, escritora jujeña ya fallecida, que militó en el peronismo y publicó una biografía de Eva Perón en 1984.

La Obra completa de Rabih está compuesta por tres libros pequeños: el volumen de cuentos Cera Negra, publicado por primera vez en la editorial Simurg, Melanoma, también cuentos, y Todos Contentos, su primera y única nouvelle.


Lo enfermo y la muerte pueden ser temas encantadores en la ficción de la literatura. Seguir cómo se desenvuelve la trama y descubrir si ese protagonista que quisimos, que vinimos defendiendo con los ojos porque lo analizamos y allí estuvimos también, finalmente se cura. No ocurre el mismo acto de coraje cuando conocemos el destino final del protagonista, que –aunque esté encubierto con nombres de pila propios de un invento– sabemos que es, con tristeza, siempre el mismo. Andrea Rabih con primor de escritora joven, radiante y tranquila despliega en sus personajes femeninos distintas tramas. Arma un rumbo en cada cuento o relato. Bajo los seudónimos Marina, Agustina, Marcela –entre otros– se ve pasar ficción y certeza. Se ve pasar escritura ficticia y necesidad de purgar congoja, porque con un presente enfermo la escritura no puede no ser otra cosa.

En cuentos como “El Polaquito” –con el que ganó el Concurso de Cuento Eva Perón- y “Padre Abraham” es difícil no concebir su literatura como un grito ahogado. Son la descripción gélida de los hábitos que la enfermedad terminal nos sitia. Aunque siempre está la peripecia de escritora: en el relato “Medusa”, Marina se rodea de pelucas y eso le hace gracia, pero usa metáforas desconsoladas como “parecían tener vida, pero ya estaban muertos”. Conserva un lado oscuro sin quererlo. Quizás, esa sea la pena y el hallazgo.

De todos modos también sucede la invención y entonces la escritora está a salvo. En relatos como “Cera Negra”, que abre el libro del mismo nombre, con un poco de misterio y humor de mujer llena de astucia, el vuelo de la protagonista es otro. Habla de otras cosas e incluso el contexto del lector bañado por la información de la muerte desaparece. Todo se torna en la cadencia de Andrea Rabih, en su color, más allá de la circunstancia ineludible. Lo mismo ocurre con Todos Contentos, nouvelle cuyo protagonista es –casi por única vez en sus textos– un hombre. En paralelo a la escritura y descripción de su actualidad breve, Rabih concibió una nouvelle plagada de un humor genuino. A punto de partir concibió un lenguaje propio y ya ni dio pena la muerte.

Rabih dejó sin publicar un libro de cuentos y dos novelas cortas: El anhelo y La sonrisa imperial. Probablemente se vayan a editar, tal como confirman sus familiares y el escritor Carlos Gamerro, que escribió el prólogo de Obra completa. Amigo de la autora, Gamerro dice que “El lector ideal de estos cuentos debe ser, creo, tan feroz como ella. Es lo menos que se merece”.

A pesar de ser presa de un destino que conocía –porque la enfermedad ofrece esa miseria: la de dar a conocer el límite– la máquina imaginaria de Andrea Rabih nunca se detuvo. Lo interesante del lanzamiento de Eduvim es, quizás, sabernos frente a un suceso humano: un escritor feroz es aquel que perpetuará la pluma hasta el último instante. Librado del dolor. La furia por la escritura, en este caso, elude cualquier contexto.

Ya no hay cuerpo.




Tomado de http://blog.eternacadencia.com.ar/archives/2013/29189#more-29189

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