sábado, 25 de mayo de 2013

Zona Cohen

Canción de la desconfianza, de Damián Selci

La primera novela de Damián Selci narra la travesía de un grupo empecinado en aplicar una pedagogía extremista. / Por Lucas Mertehikian

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Hace algunos años, en esta misma revista, Martín Kohan hablaba de la aparición en la literatura argentina reciente de una “zona Saer”: autores que escribían sobre el trazado que había dejado el santafesino. No costaría demasiado imaginar posibles nombres para otras zonas similares: una “zona Aira”, una “zona Fogwill”. Con Canción de la desconfianza, su primera novela, Damián Selci parece inaugurar un nuevo campo fértil para una influencia que puede ser decisiva: una “zona Cohen”. De esta operación riesgosa Selci sale con soltura. Del mundo del Delta Panorámico que Marcelo Cohen viene trabajando en sus libros hace una década, Selci tomó un nombre extraño para su protagonista (Styrax: tan poco rioplatense como Neuco o Verdey, personajes del Delta), la ironía, la musicalidad de la frase y cierto desapego por el realismo y las convenciones del “yo” (el giro autobiográfico, en sus múltiples variantes). Pero Selci se separa de Cohen en el punto justo para producir un deslizamiento: si el Delta Panorámico se ubica en un futuro cercano en el que ya ocurrió todo, Selci clava su Canción… en el nervio del presente, cuando todo está por ocurrir. Buenos Aires y sus personajes emergen así tras una bruma de descripciones alucinadas; entre los barrios identificados y los tipos sociales identificables se abre paso un lenguaje enrarecido que contamina todo pero, más que nada, el “y” de la conjunción que desvela a buena parte de los escritores contemporáneos: literatura y política.

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Selci clava su Canción… en el nervio del presente, cuando todo está por ocurrir. Buenos Aires y sus personajes emergen así tras una bruma de descripciones alucinadas.
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Styrax es un joven porteño, profesor de bajo, que pretende secuestrar (“debe haber otra palabra más precisa”, repetirá el texto una y otra vez) hijos de Esclarecidos para educarlos y reformarlos. En el medio se le unen una serie de personajes (Labiosuelto, El Dentista Histórico, Susana) que forman una cofradía de perdedores amontonados por unas pulsiones más o menos congruentes: la necesidad de actuar, la obsesión por el análisis político, el rencor personal. Los Esclarecidos son el resto que dejaron por este lado del mundo occidental el progreso y la liberalización de las costumbres. La idea, sin ir más lejos, puede rastrearse en el Michel Houellebecq de Las partículas elementales, entre otros conservadores notables; el giro viene por el lado de la posibilidad de un cambio hacia adelante que recupere algunas formas del pasado. El diagnóstico de Styrax es moral (de decadencia); su sueño (anacrónico), disciplinario: “¿Hay algo más hermoso que una pedagogía extremista?”, se pregunta. Tal vez porque el texto se corta un tanto abruptamente, quedan algunas preguntas abiertas: ¿cuál es el contenido de esa pedagogía? ¿Algo nuevo o un calco de qué? ¿O será que, al final, sólo nos queda la confianza en las formas?

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DAMIÁN SELCI
Canción de la desconfianza
(Eterna Cadencia)
154 páginas

Tomado de http://www.losinrocks.com/libros/cancion-de-la-desconfianza-de-damian-selci#.UaERoKKSDzM

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