sábado, 18 de mayo de 2013

Cómo funciona la envidia



Ari y Yani me pasaron a buscar a las 9 y media y en una hora estábamos en la calle Guardia Vieja mirando casas de las que a mí me gustan, envidiando escaleras antiguas y disertando sobre el reciclado de las viviendas y su belleza con o sin pintura color ¿salmón, rosa, naranja? en las molduras.
El teatro Beckett se veía muy bien entre la gente que salía de la función de "Viejo, solo y puto" y la que esperaba "Morite de envidia". Al entrar nos dieron un clavel: dije gracias y sonreí al mismo tiempo que me daban el pésame. ¡Justo a mí que jamás voy a un velorio!
Y ya desde el primer momento se pone en acción el mecanismo de la envidia: ¿Cómo hacen estos dos wachos para ser tan lindas minas? ¿Cómo hace Dorita para mantenerse tan en diva y gesticular y sostenerte la mirada e ironizar sobre las propias reglas de la actuación subida a esos tacos y con ese tul y esas medias negras? ¿Cómo logró Mónica meterse en ese bodi y calzarse esas calzas y sostenerse tan alta y tan flaca y tan inocente ante el veneno de la lengua de la otra?
Me encantó el recurso de la construcción del espacio del muerto en el espacio de público realizada solamente con la mirada y los cuerpos de estas dos que durante toda la obra se mantienen alrededor del sofá y de sus mezquindades sin entrar a la capilla ardiente del productor teatral que las ha engañado.
Me reí mucho con los chismes y las caras de Dorita, con sus desplazamientos alrededor de la otra y el contraste entre ambas. Alto momento el del tema musical que yo aprovecharía más (¡Cómo me gusta el kitsch y la profusión melodramática del bolero!)


Vicentico Valdés

Envidia




Envidia, tengo envidia de los valles,
De los montes y los ríos,
De los pueblos y las calles,
Que has cruzado, tú sin mí.

Envidia, tengo envidia de tus cosas,
Tengo envidia de tu sombra
De tu casa y de tu rosas,
Por que están cerca de ti

Y mira si es grande mi amor,
Que cuando digo tu nombre,
Tengo envidia de mi voz.

Envidia, tengo envidia del pañuelo,
Que una vez secó tu llanto,
Y es que yo te quiero tanto,
Que mi envidia es tan sólo amor.

Y mira si es grande mi amor,
Que cuando digo tu nombre,
Tengo envidia de mi voz.

Envidia, tengo envidia del pañuelo,
Que una vez secó tu llanto,
Y es que yo te quiero tanto,
Que mi envidia es tan sólo amor.
Envidia, envidia, tengo envidia
Y es de tanto amor.


A la salida, mi alegría por la alegría ajena sostuvo alegremente el dispositivo de la envidia (de la sana che) ante tanta gente talentosa y enamorada cenando a las dos de la mañana (Yo no aguanto la gira, loco, no aguanto)

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