miércoles, 3 de abril de 2013

Ponerle nombre a un gato

Del muro de Facebook de Librería Mi casa:

En 2 semanas o menos sale el nuevo número de No-retornable. Adelantamos mientras un poema traducido por Matías Moscardi y Luciana Caamaño que sale en la sección Poetas por poetas. La sección tiene dibujo de gatos que son hermosos, ilustrados por Santiago Eurasquin.
De paso pasamos el chivo y contamos que el libro entero Gatos mañosos de T. S. Eliot se consigue en esta librería.
Mientras tanto disfruten este poema y sus insuperables primeros versos....

Ponerle nombre a un gato

Ponerle nombre a un gato es un asunto complicado,
no es precisamente uno de tus juegos de vacaciones;
al principio quizás creas que estoy loco como una cabra
cuando te digo que un gato debe tener TRES NOMBRES DISTINTOS.
En primer lugar, está el nombre que la familia usa a diario,
como Pedro, Augusto, Alonso o Jacobo,
como Víctor o Jonás, Jorge o Guillermo González–
todos ellos sensatos nombres cotidianos.
Hay nombres más extravagantes si pensás que suenan mejor,
algunos para el caballero, otros para la dama:
como Platón, Admeto, Electra, Demetrio –
todos ellos sensatos nombres cotidianos.
Pero te lo dije, un gato necesita un nombre que sea particular,
un nombre que sea particular, y más digno,
si no ¿cómo podría sostener su cola en alto,
o desplegar sus bigotes, o mantener su orgullo?
De este tipo de nombres, puedo darte algunos,
como Muncustrapo, Quaxo, o Coricopato,
como Bombalurina, o también Gelatina –
nombres que nunca pertenecen a más de un gato.
Pero, más allá de esto, todavía falta un nombre,
y es el nombre que nunca podrás adivinar;
el nombre que ninguna investigación humana puede descubrir –
pero que EL GATO CONOCE, y nunca confesará.
Cuando ves a un gato en profunda meditación,
te comento que la razón es siempre la misma:
su mente está ocupada en la absorta contemplación
del pensamiento, del pensamiento, del pensamiento de su nombre:
de su inefable efable
efableinefable
profundo e inescrutable singular Nombre.

The Naming of Cats

The Naming of Cats is a difficult matter,
It isn't just one of your holiday games;
You may think at first I'm as mad as a hatter
When I tell you, a cat must have THREE DIFFERENT NAMES.
First of all, there's the name that the family use daily,
Such as Peter, Augustus, Alonzo or James,
Such as Victor or Jonathan, George or Bill Bailey--
All of them sensible everyday names.
There are fancier names if you think they sound sweeter,
Some for the gentlemen, some for the dames:
Such as Plato, Admetus, Electra, Demeter--
But all of them sensible everyday names.
But I tell you, a cat needs a name that's particular,
A name that's peculiar, and more dignified,
Else how can he keep up his tail perpendicular,
Or spread out his whiskers, or cherish his pride?
Of names of this kind, I can give you a quorum,
Such as Munkustrap, Quaxo, or Coricopat,
Such as Bombalurina, or else Jellylorum-
Names that never belong to more than one cat.
But above and beyond there's still one name left over,
And that is the name that you never will guess;
The name that no human research can discover--
But THE CAT HIMSELF KNOWS, and will never confess.
When you notice a cat in profound meditation,
The reason, I tell you, is always the same:
His mind is engaged in a rapt contemplation
Of the thought, of the thought, of the thought of his name:
His ineffable effable
Effanineffable
Deep and inscrutable singular Name.

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